El 37 % de los niños españoles sanos de entre 8 y 16 años padece algún tipo de dolor crónico, especialmente abdominal, de espalda y en las extremidades superiores e inferiores, y en 6 de cada 100 casos este dolor desemboca en un problema grave de discapacidad.

Son datos de la Fundación Grünenthal y la Cátedra del Dolor Infantil de la Universidad Rovira i Virgili que han puesto en marcha la campaña "Borremos el Dolor Infantil" con la que quieren concienciar de este grave problema "bastante desconocido" y ofrecer soluciones.

Porque si bien son conocidos los datos sobre dolor crónico en adultos, que igualmente afecta a 3 de cada 10 personas, existe un gran desconocimiento sobre el dolor en niños, tal y como ha advertido en rueda de prensa el presidente de la Fundación Grünenthal, Joao Simoes.

En el caso de los menores, no obstante, el dolor puede provocar ansiedad, depresión, problemas de falta de autoestima, además de dificultades para descansar y para concentrarse, lo cual dificulta en gran medida sus actividades diarias.

Es frecuente, asimismo, que otros miembros de la familia experimenten síntomas de estrés, ansiedad y depresión, a consecuencia de la falta de control y la sensación de no ser capaces de ayudar a sus hijos.

Por eso, es necesario abordar el dolor tan pronto como aparezca y se convierta en crónico -es decir, que dure más de tres meses y no remita con los analgésicos tradicionales- para evitar que este dolor se agudice y sea más complicado su tratamiento.

Así lo ha indicado el director de la Cátedra de Dolor Infantil URV-Fundación Grünenthal y coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor Infantil de la Sociedad Española del Dolor (SED), Jordi Miró, que ha destacado que en el 6 % de los casos (336.000 niños), este dolor será tan agudo que se convertirá en un motivo de discapacidad para los menores.

Detrás de este dolor pueden estar las crisis de crecimiento, traumatismos, pero también factores psicosociales como ansiedad, depresión, pensamientos catastróficos, ira, etc y todos ellos -ha insistido Miró- deben ser abordados por especialistas.

Sin embargo, el estudio elaborado por la Fundación Grünenthal y la Universidad Rovira i Virgili pone de manifiesto que la formación de los pediatras en el tratamiento del dolor es escasa (así lo reconoce el 86 % de los sanitarios), por lo que han reclamado promover el conocimiento sobre el abordaje del dolor infantil entre los médicos.

Además, han demandado que se aumenten las Unidades especializadas en Dolor Infantil y se promueva la investigación en este ámbito.

En todo esto ha coincidido Rosa Rodríguez, madre de una niña que con 8 años padeció un esguince en el tobillo y, tras 6 meses y después de pasar por 5 traumatólogos, finalmente fue diagnosticada de distrofia simpático-refleja y derivada a la Unidad del Dolor del Hospital La Paz (Madrid), donde ha sido tratada durante 2 años.

Rosa relata las dificultades para hacer comprender a los médicos la situación de su hija, y la sensación de que éstos "no les creían" o que pensaban que la niña exageraba su dolor.

En este sentido, Miró ha explicado que los niños no expresan el dolor igual que lo hacen los adultos, por lo que hay que estar pendientes de cualquier cambio en los hábitos del niño, como por ejemplo que dejen de comer o de jugar.