Sindicatos, colectivos y psicólogos que participaron en la I Jornada de Salud Mental en las organizaciones policiales en Tenerife coinciden en la necesidad de hacer visible este problema, conocer las cifras de agentes afectados, tener buenos equipos de especialistas externos o civiles para la prevención y analizar seriamente las causas reales de los suicidios. El portavoz nacional de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), Juan Martínez, defiende que hay que investigar o efectuar "autopsias psicológicas" cuando se produce una muerte voluntaria para conocer las circunstancias que la han rodeado.

Aclara que "uno de los mayores riesgos para un guardia civil es la depresión y las instituciones no la abordan como se debería". Este representante de la AUGC cree que el "problema permanece debajo de la alfombra, pero supone unos datos de siniestralidad muy altos". Desde 1982, en el Instituto Armado ha habido casi 500 fallecidos por suicidio (492, exactamente), es decir, más del doble de los funcionarios del cuerpo asesinados por ETA (238 en total). Martínez señala que, al problema original de salud mental, se suman otros complementarios, como no tener un recurso al que contarlo y del que recibir ayuda. Este delegado de AUGC y otros expertos creen que la solución no puede pasar por exponer la situación a un mando. Otro "efecto colateral" de reconocer abiertamente en la institución que se sufre un problema de salud mental es que al afectado se le retira el arma de fuego. Dicha medida conlleva afrontar tareas no policiales, desde ordenar ficheros hasta limpiar los coches patrulla. Y no todos los guardias están dispuestos a asumir esa situación. Además, por si fuera poco, una baja médica significa una reducción en los ingresos de la nómina.

La vicedecana segunda del Colegio de Psicólogos de Las Palmas, Yazmina Velázquez, apuesta por hacer un seguimiento a los agentes desde que acceden a sus respectivos cuerpos y prepararlos para saber cómo van a salir adelante en el día a día, cómo influye su trabajo en el ámbito familiar y social, así como a afrontar que "te mueves en una realidad en la que no siempre puedes llegar a donde te gustaría como profesional". Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil solo disponen de una psicóloga por cada cuerpo para los agentes de todo el Archipiélago. Según Velázquez, no hay estadísticas de agentes que sufren depresión. La mayoría acude a psicólogos privados, ya que no quiere que su patología incida en su carrera profesional. Esta especialista defiende la importancia de que personas que trabajan con armas de fuego pasen periódicamente un reconocimiento para tratar de determinar su estado de salud mental. El psicólogo Daniel J. López Vega también defiende la importancia de que los compañeros de los agentes con problemas sepan detectar la situación en las conversaciones cotidianas. El autor de "¿Todo por la patria?" piensa que ese sistema puede ser más valido que hacer un test. El secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Canarias, José Luis Guedes, explica que una única psicóloga para toda la comunidad es "completamente insuficiente, por mucho que la compañera tenga buena voluntad". Resalta que "carecemos de un protocolo que te oriente y te ayude en las situaciones de estrés que vivimos cada día". Advierte de que, si en un servicio "sufrimos agresiones o lesiones", la Policía Nacional no ofrece apoyo psicológico a ese agente. Incide en que, "si quedamos incapacitados para el trabajo, nuestra vida da un giro radical y acabas jubilado, pero nadie te ayuda".