Da Vinci es sinónimo de conocimiento, de amplitud de miras, de ir un paso más allá de la realidad en la que vives... El doctor Tomás Concepción Massieu es el coordinador de un programa de cirugía robótica que lleva el apellido del humanista florentino, una opción de vanguardia que esta semana se aplicó por primera vez en el Archipiélago para ejecutar dos prostatectomías radicales -intervenciones sobre un cáncer de próstata- en el Hospital Universitario de Canarias. "Antes de entrar en el quirófano fue necesario agotar un periodo de adiestramiento y la obtención de una certificación", precisa el jefe de Urología del HUC al explicar en qué consisten las fases previas a tomar el mando de una herramienta -valorada en 2,17 millones de euros- que cuenta con cuatro unidades en los principales complejos hospitalarios de las Islas.

"De la misma manera que a un cirujano no le dan un bisturí si no demuestra que está preparado para utilizarlo, aquí no te entregan los mandos del Da Vinci sin pasar ese adiestramiento", repite respecto a un proceso que tiene cierta similitud con una sesión en el interior de un simulador de vuelo. "Nos examinan de todas las partes del Da Vinci y de cómo funciona... Si no das pruebas de que conoces bien el robot no puedes optar a la certificación", resume.

El doctor Concepción Massieu se empezó a formar en la sección de robótica sanitaria hace ocho años, pero fue en los últimos tres meses cuando se encajaron todas las piezas humanas que trabajan con el Da Vinci. "El adiestramiento hay que realizarlo en uno de los tres centros -Bélgica, Francia e Italia- que existen en Europa. Un equipo evalúa que estás capacitado realizando cirugía experimental con animales", añade sobre el estadio anterior que hay que agotar a la prueba definitiva en un centro de alto rendimiento en la que los aspirantes a dirigir al robot entran en contacto con el proctor. "Es un término que se utiliza para explicar la labor que realiza un maestro protector o la persona que te guía en este proceso formativo. Al final, él tiene que venir al centro en el que está el Da Vinci para una valoración definitiva e imprescindible antes de operar", argumenta el cirujano sobre los pasos que se dieron antes de que el pasado miércoles se usara por primera vez en esta comunidad esta tecnología en un quirófano.

"Llegamos tarde, pero no podemos renunciar a algo que se está haciendo en toda Europa ya hace tiempo", reivindica el jefe de un robot que está controlado desde Estados Unidos. "Desde allí realizan un seguimiento del uso que le damos al Da Vinci y también se corrigen los posibles fallos técnicos. ¡Esto, al igual que el cirujano de toda la vida, no es infalible!", alerta el experto respecto a los riesgos que existen cada vez que un paciente cae en una mesa de operaciones.

El Da Vinci puede realizar cualquier tipo de operación quirúrgica, por lo tanto, puede estar al servicio de distintas especialidades médicas. Eso sí, cuenta con un equipo estable de enfermería y esterilización de material que es clave a la hora de programar un calendario de intervenciones: "Hay piezas a las que se les puede dar hasta 10 usos -pinzas o tijeras- antes de proceder a su destrucción. "Unas tijeras acaban perdiendo el filo; algo que también ocurre con las pinzas con las que tienes que mover los tejidos. Si el Da Vinci detecta que algún componente de los que se van a emplear en una sesión está defectuoso lo indica para que sea sustituido".

Las doble consola que existe en el Da Vinci del Hospital Universitario de Canarias (HUC) posibilita que dos cirujanos estén operando al mismo tiempo. "Basta con pulsar un botón para entregarle el control al compañero. Eso, sin robot, resulta algo más complicado porque tienes que entregarle el material (aguja, hilo, pinzas, tijeras...) al cirujano que te va a dar el relevo", simplifica Concepción Masieu en función de las instrucciones que se dan en el quirófano. "El hecho de que haya dos profesionales operando al mismo tiempo posibilita que se puedan corregir los planos quirúrgicos".

Un comité de expertos liderado por el doctor Concepción Massieu es el que decide qué pacientes se derivan al Da Vinci. "Esta es una tecnología cara. Yo lo comparo con la cena de Navidad en la que pones sobre la mesa lo mejor de casa. Sería ilógico recurrir a este robot en el día a día para realizar intervenciones que son relativamente sencillas. Los medidores que más tenemos en cuenta a la hora de planificar una operación robótica se asocian a un alto riesgo y la aplicación de una cirugía poco invasiva en la que buscamos una recuperación más rápida, el suministro de menos calmantes y un número menor de transfusiones. Una de las cuestiones que más se tienen en cuenta en la sanidad son los tiempos de ocupación de un quirófano. El Da Vinci, además de usar una tecnología en 3 D que nos permite a llegar a zonas más estrechas, nos permite reducir gastos y rebajar la lista de espera, que es algo que no tiene una solución sencilla", confiesa el médico sobre los tiempos muertos -despertar al paciente, evaluar los primeros pasos del postoperatorio, limpiar el espacio y esterilizar el material empleado- que se crean entre operación y operación. En las dos primeras misiones del Da Vinci instalado en el HUC el doctor Concepción Masieu se apoyó en un equipo formado por la uróloga Ana Plata; la médico-anestesista Kenia Martínez, las enfermeras de quirófanos Ana Haro, Flor Sánchez y Emilia Ruiz y el auxiliar Juan Luis Gutiérrez. En la otra consola se contó con la colaboración del doctor Antonio Alcaraz, jefe de Urología del Hospital Clínico de Barcelona, quien evaluó positivamente las habilidades exhibidas por el equipo del HUC. "Esto no es el robot que te deja limpio el suelo de casa; el cirujanos es quien dirige la operación", sostiene un profesional que coloca la "idea de equipo por encima de las individualidades. El Da Vinci es mucho más efectivo cuando las personas que están trabajadas en él ponen de manifiesto que forman parte de una maquinaria que está bien engrasada y funciona con agilidad", concluye el doctor Concepción.