El obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso (Breña Alta, 1949), admite el resurgir de las procesiones de Semana Santa en Santa Cruz, si bien, cuando se le pregunta sobre si la Iglesia vive en una primavera, se muestra prudente: "No siempre ni en todas partes la Iglesia está en la misma estación. Lo importante es un organismo vivo que ha de estar renovándese". De los cultos religiosos de la Semana Grande que celebra la Iglesia, Bernardo Álvarez invita a vivir el Tríduo Pascual, y un deseo: "Que nadie sea causa de sufrimiento para los demás, sino motivo de alegría y esperanza".

¿Cómo debe vivir la Semana Santa un cristiano?

Como lo que es en su sentido original. Quienes hemos conocido y creído en Jesucristo, sabemos que el cristianismo y sus celebraciones son mucho más que una "tradición religioso-cultural". La fe se fundamenta en el encuentro personal con Cristo que me amó y se entregó a sí mismo por mí, por amor a mí, por amor a cada ser humano. Por eso, estamos llamados a celebrar la Semana Santa sin olvidarnos de lo esencial: Dedicar tiempo a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús y, así, aprovechar los dones espirituales que esto nos reporta.

¿La Semana Santa también es una invitación para quien no cree?

Sin duda. La Semana Santa es una celebración religiosa pública, visible y abierta a la contemplación de todos. Como tal, es un anuncio de Cristo, de su muerte y resurrección. Quiénes no creen, viendo el testimonio de los cristianos pueden sentirse atraídos a conocer a Jesús y a partir de ahí despertar a la fe. Es una cuestión íntima y personal. Sabemos por experiencia que Dios tiene sus caminos para darse a conocer incluso a quienes no le buscan. En un diálogo interior. Es Dios quien abre el corazón a la fe y llama a cada uno a unirse a Él.

¿Cómo entender las procesiones? ¿Acto cultural? ¿Devoción?

Depende de cómo te acerques a ellas. Originariamente son una manifestación de fe; responden a la devoción de los creyentes hacia un determinado momento de la pasión de Cristo. Ahora bien, todo esto supone una visibilidad que es expresión cultural, pues va unido a la historia de un pueblo o ciudad, a una obra de arte, a una estética peculiar, en definitiva a una tradición arraigada en la sociedad que despierta la atención de muchos. Esta sensibilidad es ya una puerta para la fe.

¿La Semana Santa es un tiempo para la conversión? ¿Pasó lo viejo, todo es nuevo?

Así debiera ser y, en quienes vivieron la cuaresma con la voluntad de renovarse interiormente, sin duda lo van a experimentar así. Cristo nos da esa posibilidad, Él quiere que sea así. La Semana Santa es lo que llamamos las Fiestas de Pascua, es decir, el "paso" de Cristo de la muerte a la vida y de nosotros con Él. Como digo mi carta para los programas de Semana Santa: Toda la Cuaresma, que abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo a mediodía, es un tiempo de "gracia y salvación", un tiempo de "puesta a punto de nuestra vida", una especie de ITV personal, "un lavado a fondo"; en definitiva, un tiempo para volvernos más intensamente a Dios y dejar que nos renueve por dentro.

¿Qué es la conversión? ¿Qué supone desde el trabajo, la familia, la vida personal?

La palabra conversión significa "cambio". En nuestro caso es cambiar en todo aquello que no va bien en nuestra vida, sea porque hacemos el mal o porque no hacemos el bien que debemos; y esto en todas las dimensiones de la vida: en el ámbito familiar y laboral, en el uso del dinero y en la vida social, en el cuidado de uno mismo, en como empleamos el tiempo libre y en las relaciones con los demás. En lenguaje cristiano -hacer el mal y omitir el bien- es lo que llamamos "pecado", que significa "camino equivocado" en relación con lo que Dios nos pide. La conversión, suponer reconocer nuestros pecados y obtener el perdón de Dios, con la firme decisión de "cambiar de ruta", dejar ese camino equivocado y - aunque nos cueste- andar en una vida nueva conforme a la voluntad de Dios, confiados en que esa voluntad es lo mejor para nuestra vida. Todo esto con mucho realismo y paciencia, pues la conversión no se da instantánea, ni de una vez para siempre, necesita un esfuerzo permanente.

¿Cómo descubrir que Dios existe?

Uff. Si hubiera un método para descubrir la existencia de Dios, como lo hay para conocer los "glóbulos rojos" de la sangre, seguramente todo sería más fácil y no haría falta la fe. Pero para el conocimiento de Dios las ciencias empíricas apenas pueden acercarnos a la orilla. Desde esa perspectiva a lo más que se puede llegar a lo que dice el científico británico Richard Dawkins: "No podemos decir que Dios no existe, pero no hay nada que pruebe lo contrario". En el Catecismo de la Iglesia Católica [27-43] tenemos una buena respuesta a esta cuestión.

¿Cómo verlo en la enfermedad o el sufrimiento?

La experiencia de la enfermedad y cualquier forma de sufrimiento ponen de manifiesto nuestra fragilidad e impotencia. Somos limitados, no lo podemos dominar todo. Los demás nos hacen daño y provocan nuestro sufrimiento ¿Qué hacer? Lógicamente poner todos los medios legítimos para superarlo sin producir daño a los demás. Pero, al mismo tiempo es necesario ejercitar la paciencia y apoyarse en Dios para que nos de fortaleza y ánimo en medio de la adversidad. Además, hay situaciones irreversibles como una enfermedad incurable o la muerte de un ser querido. Todo ello implica cargar con la cruz que nos toca y, para ello, nos hace mucho bien saber que Cristo sufre en nosotros y con nosotros. Por eso, hemos de aprender de que nos dejó ejemplo para que sigamos sus huellas.

¿Es una nueva Semana Santa, o ya no sabemos qué pasa cada día hasta la Resurrección?

Históricamente la Semana Santa ocurrió de una vez para siempre. En este sentido la Semana Santa siempre es la misma y, a su vez, cada Semana Santa, también es nueva, pues revive aquel acontecimiento, no como una simple memoria del pasado, sino como un encuentro personal con Cristo que nos permite acoger actualmente su fuerza salvadora. Pero, además, si nos atenemos a las palabras de Jesús, la Semana Santa continúa en la vida todos los días. "Todo lo que hacen a los demás, a mí me lo hacen", nos dice Jesús. Entonces su pasión continúa en la historia de cada ser humano que sufre. El sufrimiento acecha las periferias del mundo; la gente paga el precio de la guerra, los disturbios civiles, la desigualdad económica, el terrorismo, la destrucción del medio ambiente. En todos los que sufren, Jesús sigue muriendo en la cruz en nuestros días.

¿Cómo entender la Semana Santa en una diócesis en misión?

Pues, como parte de esa misión que tenemos todos, de hacer otros partícipes de nuestra fe, de lo que hemos conocido y creído acerca de Cristo. Como dice San Pablo, "Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él" (Rom. 6,9). Pero, los efectos de este acontecimiento se prolongan en la historia; de modo que, lo que Cristo realizó para la salvación del género humano hay que proclamarlo y difundirlo hasta los confines de la tierra. La Iglesia tiene la misión de hacer a todos partícipes de esta salvación y la Semana Santa es una ocasión especial para ello.

¿Qué celebración en estos días recomendaría vivir de forma especial y por qué?

Lo más importante es lo que llamamos el "triduo pascual": Misa de la Ultima Cena o Eucaristía del Jueves Santo; Celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo; y la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo, que se prolonga con la Misa del Domingo de Pascua de Resurrección. Las tres celebraciones forman una unidad y prescindir de alguna de ellas, supondría dejar a medias la Semana Santa.

¿Vive una nueva primavera la Iglesia?

Puestos a emplear la simbología de las "estaciones", la Iglesia pasa por todas ellas. No siempre, ni en todas partes está en la misma estación. Mientras en unos lugares está como en primavera, rejuvenecida y brotando con fuerza, en otras zonas está en la madurez del verano, o en la decadencia del otoño, o en la somnolencia del invierno. Incluso en un mismo lugar, es unos aspectos está en primavera y en otros en invierno. Lo importante es que la Iglesia es un organismo vivo y como tal -siempre y en todas partes- ha de estar renovándose.

¿Van en auge los cultos de la Semana Santa en Santa Cruz en detrimento, tal vez, de la participación popular en La Laguna?

No lo creo. En cada lugar la celebración de la Semana Santa tiene su peculiaridad y los fieles participan en sus propios ámbitos de fe. Seguramente en la Laguna, por su amplitud de celebraciones y la comodidad del espacio urbano, tiene una proyección mayor hacia el exterior, especialmente hacia quienes nos visitan. En Santa Cruz, ha recuperado los últimos años una gran vitalidad, especialmente en su manifestación en la calle.

¿Quién pertenece a la Iglesia, es ahora más fiel?

Aunque la fidelidad es algo del corazón y es muy difícil medirlo, pienso que sí. Sobre todo, porque los creyentes actuales, en un ambiente religiosamente indiferente y hasta contrario a la fe, necesitan una mayor determinación personal para perseverar en sus convicciones religiosas. En mi opinión, los creyentes actuales, aunque sean menos que en otro tiempo, lo son con mayor convicción y coherencia de vida. La fe es más personal y comprometida.

¿Cómo se reconoce a un cristiano en pleno siglo XXI?

El cristiano se caracteriza porque piensa, siente y actúa como Cristo. Esto se percibe, especialmente, por el testimonio de su vida, que implica la participación en las celebraciones de la fe y el vivir en coherencia con la palabra de Dios. Hoy más que nunca es necesario unir la fe y la vida. Como dice Jesús, no basta con decir "Señor, Señor", sino que es necesario hacer la voluntad de Dios, especialmente en lo que lo que se refiere el amor al prójimo, manifestado de forma efectiva con la práctica de las obras de misericordia. También, un signo de vida cristiana auténtica es la aceptación íntegra de la fe y la moral cristiana.

¿Su deseo para esta Pascua?

Pascua significa "paso". Es el paso de Dios por nuestra vida que, con su poder, librera del mal y nos capacita para andar en una vida nueva. Mi deseo es que seamos muchos lo que por el poder de Cristo Resucitado, superando nuestras debilidades, podamos vivir como verdaderos hijos de Dios y dar el fruto abundante de las buenas obras que estamos llamados a realizar. Que nadie sea causa de sufrimiento para los demás, sino motivo de alegría y esperanza. Que con nuestras obras y palabras contribuyamos a la felicidad de los demás. Que siguiendo el ejemplo y el mensaje de Jesús pongamos nuestro grano de arena en la construcción de una sociedad más fraterna, pacífica y solidaria.

Si hubiera un método para descubrir a Dios como para conocer los glóbulos rojos no haría falta la fe"

La Semana Santa ha recuperado una gran vitalidad en los últimos años, en especial en la calle"