Aborígenes del siglo XIII preservados en Guayadeque por una mano amiga

Los restos de dos antiguos canarios fueron escondidos hace unos 50 años en una cueva de difícil acceso

El autor del traslado actuó con mimo con los huesos

Restos de los dos antiguos canarios encontrados en una cueva del Barranco de Guayadeque.

Restos de los dos antiguos canarios encontrados en una cueva del Barranco de Guayadeque. / ED

Una persona, posiblemente hace menos de 50 años, encontró los restos de dos aborígenes canarios en un lugar indeterminado del Barranco de Guayadeque y decidió moverlos a un lugar más seguro para que no fueran encontrados o expoliados. En solitario o con ayuda, buscó una pequeña cavidad en el fondo de una de las cuevas más inaccesibles de la zona y, tras construir una plataforma en llano, depositó cuidadosamente todos los huesos de una mujer y un hombre adultos que vivieron entre los siglos XII o XIII.  

Una vez completado el traslado de los dos cuerpos y las envolturas de su amortajamiento, taponó la oquedad con piedras y así permanecieron hasta el verano de 2019, en que fue redescubierto un gran yacimiento funerario indígena en esa zona de Guayadeque y comenzaron las investigaciones arqueológicas de urgencia para recuperar y preservar los restos que corrían más peligro de saqueos.

Verónica Alberto e Inés Morales, arqueólogas de la empresa Tibicena y especialistas en las prácticas funerarias de los antiguos canarios, y Xabier Velasco, inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, trabajaron en esa pequeña cueva y los resultados de sus investigaciones, dados a conocer ayer por el gobierno insular, han revelado que esa mano amiga ha permitido preservar esos huesos en perfecto estado. Aunque no se ha podido averiguar el lugar del enterramiento original, se calcula que estaría en otra cueva de las proximidades. 

«De entrada vimos que era un depósito anormal porque eran restos humanos depositados encima de un poyete de piedra que había sido construido en tiempos recientes y no seguía las técnicas constructivas de los antiguos canarios, además de que los huesos estaban ordenados de una forma muy concreta que tampoco respondía a los usos habituales de las construcciones funerarias», explicó Verónica Alberto. 

Los arqueólogos encontraron en las cercanías de los dos cuerpos una cajetilla de cigarros Krüger

En la excavación arqueológica para levantar los huesos «uno por uno», las dos investigadoras descubrieron que debajo de la plataforma y en los alrededores había elementos de épocas recientes, como una cajetilla de cigarrillos Krüger, lo que evidencia que esa oquedad fue visitada entre mediados del siglo XX y principios del XXI. En la cueva, detalló la arqueóloga, también habían entrado cabras en ese periodo de tiempo. 

«El estar esos restos dentro de una oquedad al fondo de una cueva, en el espacio más recóndito y oculto, y luego rellenado con piedras, nos hace pensar que la persona o personas que trasladaron los huesos podían albergar una intención de guardarlos ahí para que no se destruyeran, con el propósito de preservarlos», comentó Verónica Alberto. 

Esa actitud, subrayó, contrasta   con lo que ha ocurrido en otras ocasiones cuando alguien encuentra yacimientos funerarios aborígenes, pues lo habitual es que los visitantes expolien los huesos o los destruyan. «Aquí se aprecia un objetivo claro de preservarlos», aseguró.  

Por la información proporcionada por los excursionistas y vecinos de Guayadeque que avisaron de la existencia de ese conjunto de cuevas con finalidad funeraria, los arqueólogos supieron que desde al menos la década de 1970 se habían visitado y fotografiado. En 2019, el Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo decidió actuar de urgencia al comprobar que en las redes sociales estaban circulando algunos hallazgos y la zona concreta. 

Momificación

En la investigación preliminar se encontraron huesos pertenecientes a un mínimo de 72 personas de todas las edades y materiales para la momificación, según se informó entonces. También se resaltó que el descubrimiento de ese enterramiento colectivo en Guayadeque era equivalente a los que tuvieron lugar en las primeras campañas arqueológicas en Gran Canaria durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX, que ahora se conservan en el Museo Canario.  

Ante el peligro de derrumbes o de posibles expolios, se activó el protocolo que permitió actuar en el lugar donde se encontró la oquedad taponada con los restos.   «La cueva forma parte de un poblado aborigen donde vivía bastante gente en muchas cavidades; no sabemos de dónde se extrajeron esos dos cuerpos, pero probablemente proceden de ese mismo conjunto o de una cueva cercana», precisó la arqueóloga de Tibicena. 

Por su parte, Xavier Velasco resaltó que la colaboración ciudadana está ayudando a garantizar la protección de este tipo de bienes.  «La primera impresión que nos dio cuando fuimos a verlos es que eran restos movidos y acumulados en una pequeña cueva natural, protegidos con una pared de piedra que cerraba la oquedad», añadió.  

Aparte de la colaboración ciudadana, lo que más destaca Velasco es «lo bien conservados que están los huesos y los envoltorios que cubrían los cadáveres, pues también conservan restos de tejidos blandos, lo que nos está hablando de las magníficas condiciones de conservación de los espacios funerarios de Guayadeque». 

Verónica Alberto e Inés Morales rescataron los restos de una oquedad tapada con piedras

El arqueólogo del Cabildo dijo que se desconoce el ánimo de la persona que movió los restos, si la intención era ocultarlos o protegerlos, pero sí que le puso empeño porque los restos de los esqueletos están prácticamente completos. «No se llevó solo los cráneos o huesos largos, sino que los cogió todos, por lo que pensamos que estaban enfardados en su totalidad o en una gran parte», agregó. 

El gobierno insular apuntó en su nota informativa que la unidad de intervenciones de urgencia del Servicio de Patrimonio Histórico ha permitido la documentación y recuperación de un depósito indígena datado entre los siglos XII y XIII. Además de los restos del hombre y la mujer, se encontraron «testimonios diversos de las envolturas de fibras vegetales empleadas en su amortajamiento».

«Para contextualizar el hallazgo, se procedió a una prospección del entorno inmediato del lugar del hallazgo, inventariándose distintos elementos de interés patrimonial, caso de cuevas empleadas para vivienda, espacio funerario o lugar almacenamiento, entre otros, usos», puntualizó la consejería que dirige Teodoro Sosa.  

Los materiales de la cueva se encuentran actualmente en proceso de estudio para determinar las principales características físicas de ambos individuos, paso previo a su traslado al Museo Canario. La prueba del Carbono 14 sitúa el fallecimiento del varón entre el siglo XII y XIII.  

«De nuevo ha sido la colaboración ciudadana la que ha permitido tener conocimiento de este depósito singular», aplaudió el gobierno del Cabildo. 

Dos niños recién nacidos

Los arqueólogos del Cabildo y Tibicena resaltaron que entre los resultados de la prospección superficial del conjunto de cuevas se hallaron también los restos de dos niños, uno recién nacido que por la prueba del Carbono 14 se sabe que falleció en el siglo XIII, al igual que el varón que fue trasladado de sitio. «En otros contextos de Gran Canaria se han identificado ejemplos similares, muy posiblemente como muestra de una práctica sepulcral reservada en ciertos momentos a las personas fallecidas a una edad muy temprana o en torno al momento final de la gestación», detalló el gobierno insular. Según Verónica Alberto y Xabier Velasco, el tratamiento funerario a los recién nacidos era distinto y se dejaban los cuerpos en las propias dependencias donde hacían su vida los antiguos canarios. | J.M.N.

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