Al menos 400 personas han muerto debido al temporal de lluvias en la región montañosa del estado de Río de Janeiro, mientras en la zona del desastre las precipitaciones no dan tregua y dificultan el trabajo de los socorristas.

El último informe de la Defensa Civil elevó a 400 las víctimas mortales de la tragedia, que además ha dejado, según cálculos de las autoridades, a unas 10.000 personas sin vivienda y un número aún no precisado de desaparecidos, por lo que la cifra de muertes puede aumentar a medida que avancen las tareas de rescate.

"La previsión pluviométrica no es tranquilizadora", declaró el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, en una rueda de prensa junto a la presidenta del país, Dilma Rousseff, quien hoy hizo un sobrevuelo en helicóptero por las zonas más afectadas.

Cabral aludió así a que los servicios meteorológicos anunciaron que las lluvias se mantendrán, con distinta intensidad, al menos durante los próximos dos días.

Esa previsión generó temores en relación a que los terrenos inestables en que trabajan los equipos de rescate sean socavados aún más por la lluvia, así como aumentará el riesgo de que haya nuevos deslizamientos de tierras o derrumbes de las edificaciones que han quedado en pie.

Rousseff, tras recorrer la zona, no ocultó su conmoción por las dimensiones del desastre, calificó la situación de "muy dramática" y dijo que el sufrimiento es "visible" en la población.

Además, señaló que la ocupación irregular en áreas de riesgo agudizó el desastre y anunció que el Gobierno formulará programas de construcción de viviendas que ayuden a ordenar las zonas afectadas en la medida en que sean desarrollados los planes de reconstrucción.

La mayoría de los fallecidos se registraron en los municipios de Teresópolis, Nueva Friburgo y Petrópolis, todas en la llamada Sierra Fluminense, que se sitúa a unos 90 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro.