El joven que mató a golpes a una vecina que le recriminó el ruido que hacía mientras jugaba por ordenador en Las Palmas negó ayer ser responsable de sus actos, que su defensa achaca a un trastorno transitorio, asegurando al ser preguntado por lo ocurrido: "No era yo".

"Sé que no me van a poder perdonar", afirmó en la primera jornada del juicio donde está acusado de asesinato con alevosía por el que le piden entre 20 y 25 años de cárcel Alberto M.P., que reconoció ser el autor de la muerte de su vecina, una universitaria de 27 años natural de La Palma, y dijo estar arrepentido de lo sucedido, pero insistió en que no pretendió acabar con su vida.

Su abogada defensora sostuvo que el encausado actuó influido por una adicción a los videojuegos y por una personalidad introvertida que le llevaron a confundir las luchas que libraba en la pantalla y la vida real, hasta el punto de que "se creía que estaba en un mundo paralelo" cuando propinó más de una decena de golpes en la cabeza con una cizalla a su víctima.

Su versión fue rechazada por el fiscal, que aseguró que el enjuiciado "quería matar" a la chica cuando acudió a la vivienda que ocupaba en el piso de arriba del suyo y, de hecho, procedió con alevosía porque, según él, le ocultó la cizalla que llevaba para que le abriera la puerta, y también por el representante de la acusación particular, ejercida por la familia de la fallecida. El letrado de sus parientes fue más allá que el fiscal, ya que, tras tildar su acción de "violenta, execrable, vil y cobarde", planteó que el homicida llegó al ensañamiento porque provocó "un dolor inhumano" a la joven, a quien dejó moribunda en el suelo sin que llegara a fallecer hasta bastantes minutos más tarde. La circunstancia de que abandonara la escena "consciente de que deja a una persona en una situación de dolor muy alto" y volviera a su casa, una planta más abajo, para limpiarse de sangre y cambiarse de ropa mientras "sabe que su vecina está agonizando" confirman, según el acusador particular, que hubo ensañamiento, incluso pese a que el fiscal considera que no se produjo. El portavoz de la acusación pública sí dejó patente que "un hecho tan grave como este debe tener respuesta", y que esa respuesta ha de ser que se le condene a 20 años de cárcel por un presunto asesinato con alevosía, así como a indemnizar con 100.000 euros a cada padre y con 50.000 euros a su hermana.