El taxista de Adeje E.B., acusado de matar al marido de su expareja, confesó ayer en la primera jornada del juicio con jurado ser el autor de los hechos, pero negó que tuviera la intención de hacerlo. Según relató, nunca lo acechó, sino que el encuentro fue casual, en la calle y a la luz del día en Los Cristianos. Entonces empezó una discusión que se hizo más violenta cuando el fallecido usó el móvil para grabarle. Hubo un forcejeo y ambos acabaron en el suelo. E.B., que entonces tenía 21 años, cogió por el cuello a la víctima, de 60, y en pocos minutos se dio cuenta de que había muerto.

Los hechos ocurrieron el 27 de noviembre de 2014, pero el taxista, de origen moldavo no se entregó a la Guardia Civil hasta el 10 de enero. Cargó el cadáver en varios coches y lo depositó en Águilas del Teide, una vez que envolvió su cabeza con plástico y al día siguiente pudo hablar con la esposa. Esta última, según aseguró, le dio ideas de cómo deshacerse del cadáver, entre ellas tirarlo al mar, enterrarlo o quemarlo con gasolina. De hecho, llegó a comprar combustible, aunque nunca lo usó. Horas antes la mujer denunció la desaparición del marido, pero el taxista niega que le diera dinero para salir de la Isla. La Fiscalía pide 17 años de prisión e indemnizar con 120.000 euros a los herederos, al estimar que es un homicidio con alesovía. Es decir, que el joven se cebó en un pensionista jubilado a quien definió como una persona pacífica, que ejercía de pastor de una iglesia. La examante es objeto de otro procedimiento por sus denuncias de malos tratos al taxista y por no haber informado a las autoridades de esta muerte después de que se la confesara el propio autor.

El joven fue pareja de la hija del matrimonio y luego comenzó la relación con la esposa, que duró más de un año y que se convirtió en "tóxica". La Fiscalía atribuye lo ocurrido a que el taxista veía al marido como un estorbo entre ambos. La defensa niega alevosía y sitúa la muerte en una pelea entre dos adultos en la que ambos estuvieron involucrados por igual. Hubo un desequilibrio físico a favor del joven, pero el abogado señala que el fallecido tuvo en todo momento la posibilidad de defenderse. La Fiscalía aclara que el taxista no presentó herida alguna tras la reyerta como prueba de la alevosía. El acusado fue denunciado por maltrato por la madre y la hija y en el momento de los hechos mantenía otra relación y su pareja estaba embarazada. Sin embargo, seguía viéndose con la esposa de la víctima, quien incluso planeaba que salieran juntos del país. Indica que cuando vio al marido su intención era discutir sobre la denuncia por malos tratos presentada en junio y en la que, según sospechaba, había tenido algo que ver. Negó que hubiese trabajado alguna vez como vigilante, que practicase artes marciales o que estuviera en un gimnasio. Asegura que cuando comprobó que el ciudadano ruso falleció, se le cayó el mundo encima: "Tuve miedo de que alguien llamara a la Policía", dijo, y por ello introdujo el cuerpo en el asiento de atrás de su vehículo. Tras parar en un párquin público y comprobar que efectivamente había muerto, se dirigió a los aparcamientos de los que disponen los taxistas en Adeje y cubrió el cadáver con una manta que había comprado. Las señales del móvil del fallecido indican que estaba en poder del homicida, pero él lo negó. Aquella noche la pasó con unos amigos, uno de los cuales acababa de llegar a la Isla, viendo un partido de fútbol y visitando el Teide, donde estaba nevando. Al día siguiente alquiló un coche y trasladó el cadáver en el mismo hasta Águilas del Teide.