La Audiencia Provincial de Tenerife condenó a diez años de cárcel a J.D.J.C.L. como autor de un delito continuado de abusos sexuales de los que fue objeto la hija de su expareja, menor de edad. Una vez que salga de prisión, el individuo está obligado a mantenerse durante cinco años alejado medio kilómetro de la víctima, a la que deberá indemnizar con 9.000 euros. El acusado quedó libre de la imputación de exhibicionismo de material pornográfico, por el que la Fiscalía le reclamaba otro año más de privación de libertad.

El condenado y su excompañera sentimental, junto con la hija de esta, llegaron de Colombia a Canarias en el mes de mayo de 2017 para residir en la misma casa en Arona. Un mes más tarde rompieron su relación, pese a lo cual siguieron conviviendo en la vivienda. Era habitual que, mientras que la madre trabajaba, el ahora condenado se hiciera cargo del cuidado de la niña, que en aquel entonces tenía 11 años. La sentencia estima que fue entre los meses de junio y agosto el período en el que el varón llevó a cabo diversos actos que pueden ser considerados como abusos sexuales. Estos iban desde enseñarla a besar hasta otros hechos de carácter mucho más explícito. También le exhibió un vídeo de contenido pornográfico que tenía en su móvil. Como consecuencia de todo ello, la menor desarrolló un intenso sentimiento de culpa y diversas secuelas psicológicas. La niña prestó declaración ante la Fiscalía y el abogado defensor, que fue grabada y exhibida durante la vista oral, en vez de proceder a su comparecencia en el juicio. Los cargos se basaban también en las acusaciones de la madre, de una conocida de la familia y de la psicóloga.
El Tribunal da plena credibilidad a las palabras de la menor al considerar que la versión que ofreció de los hechos es muy difícil que pueda ser inventada. La víctima no mostraba resentimiento hacia el agresor y afirmó que siempre la trató bien, había cuidado como un padre y nunca ejerció violencia sobre ella. Admitió que sentía curiosidad por determinadas prácticas y que alguna, incluso, no le había desagradado, lo que para el Tribunal supone ratificar el carácter espontáneo y sincero de sus palabras. La confesión tuvo lugar cuando permaneció varios días alejada del condenado durante un viaje que realizó con su madre a Londres.
La defensa argumentó, sin éxito, que la niña había sido manipulada por su progenitora para hacer daño a su expareja, que tenía conocimiento de sexo por haber visto el material pornográfico o por haber presenciado a su madre realizando estos actos con su padre. En la actualidad, el acusado cumple pena en prisión, aunque el fallo aún no es firme y puede ser recurrido ante la Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).