La Fiscalía considera que en el secuestro y el asesinato del empresario Raimundo Toledo (retenido, golpeado hasta la muerte y quemado en su coche en diciembre de 2015) hubo una persona, Sandra Pentón (esposa del sobrino de la víctima), que actuó como "cerebro" e implicó a su novio, Alexander R.R., y a un tercer hombre, Diego Claudio G.G. En el escrito de calificación del fiscal se acusa a dichas personas de los delitos de detención ilegal, asesinato, robo de uso de vehículo a motor y daños. Para Sandra y Alexander, ambos de origen cubano, el Ministerio Público solicita 31 años y medio de cárcel. Y a Diego Claudio, chileno nacido en Australia, le pide 32,5 años de prisión, ya que le otorga más protagonismo en el robo con violencia del coche en el que iba el propietario de la gasolinera TGas de la carretera de El Médano.

Poco más de tres años después de que ocurriera el trágico suceso, ayer comenzó el juicio contra dichos procesados. Gran parte de la jornada de ayer se dedicó a la elección del Tribunal del Jurado.

El fiscal plantea un móvil de ambición económica por parte de Sandra, que conocía los ingresos de las sociedades de Raimundo, porque su esposo es sobrino de la víctima y, además, fue su socio.

El marido de Sandra tenía un 33% de la mercantil que explota la citada estación de servicio TGas y también poseía acciones de una sociedad inmobiliaria. Esta empresa vendió un terreno en La Jurada (San Isidro), donde se instaló un restaurante de comida rápida, por más de un millón de euros en octubre del año 2015. Pero una parte de ese dinero fue a cubrir deudas hipotecarias. Hacía tiempo que el sobrino (hijo de un hermano fallecido de Raimundo) reclamaba su parte económica de esas sociedades. El empresario conocía la fuerte adicción a las drogas de ese familiar y quería evitar que derrochara su patrimonio por esa vía. Por eso le pagaba un sueldo mensual sin que tuviera que trabajar. Tras el asesinato, la esposa y los tres hijos de Raimundo le compraron al sobrino su parte en las sociedades por 4.200.000 euros y un apartamento. Para el fiscal, la acusación particular (la familia del empresario) y la acusación popular, las "apetencias" económicas de Sandra están íntimamente relacionadas con la detención ilegal y la muerte violenta.

El fiscal reclama que los procesados indemnicen a la mujer de Raimundo con 165.000 euros, con 19.000 a cada uno de los hijos y con 15.510 a la empresa que explota la gasolinera, como propietaria del vehículo quemado.

La acusación particular reclama para la esposa del empresario una responsabilidad civil superior a los 390.000 euros, así como 33.551 euros para cada hijo del fallecido.

Los tres abogados de la defensa defienden la libre absolución de los acusados. La investigación fue hecha por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional y la Policía Judicial de la Guardia Civil.

El fiscal asegura que la investigada Sandra Pentón, "considerando que el fallecido podría perjudicar los intereses económicos" de su marido, "decidió su eliminación, para lo que se concertó primero con el también imputado Alexander Reyes R., con quien venía manteniendo una relación extramatrimonial. El representante del Ministerio Público apunta a que la mujer convenció a Reyes para que procediera a la ejecución del plan delictivo, que consistía en efectuar una vigilancia sobre Toledo para conocer sus hábitos de vida y elegir el momento y lugar adecuados "para consumar su intención homicida". Los tres procesados mantuvieron reuniones preparatorias en Cabo Blanco el 13 de diciembre de 2015 y en San Isidro, el día 15. Por la tarde de esta última jornada, Alexander y Diego Claudio se desplazaron hasta las inmediaciones de la casa del empresario, en el centro de Santa Cruz de Tenerife. En ese enclave estuvieron desde las 15:20 horas hasta las 19:30 aproximadamente. Raimundo llegó a las proximidades de su domicilio en un Honda CRV. Y entonces se produjo el asalto: Alexander se subió en el asiento del copiloto y Diego, en el sillón trasero. Tras amedrentarlo y propinarle diferentes golpes, le obligaron a continuar la marcha por la avenida 25 de Julio. Toledo trató de bajarse del automóvil, pero le impidieron la huida. Entonces, Alexander lo desplazó al sillón del copiloto y él mismo se puso al volante. Mientras, Diego Claudio sujetó a la víctima con el cinturón. El empresario abrió la puerta derecha de nuevo, pero el varón cubano arrancó bruscamente y no pudo escapar. Después, los tres salieron de la capital en dirección al Sur de Tenerife. Presuntamente, tras matar a golpes a Toledo, los dos varones tiraron el Honda CRV en llamas por la vertiente sanmiguelera de La Centinela. Pero junto a la casa de la víctima dejaron el coche que Sandra le compró a Alexander y diferentes objetos de ambos, como una pistola de aire comprimido o un móvil, entre otras cosas.