Desde que se ha hecho pública la denuncia presentada contra el médico Carlos L. por presuntos abusos sexuales surgen cada vez más testimonios de mujeres que fueron pacientes suyo y que dejan en evidencia al profesional sanitario y a su modus operandi. "Al principio todo iba bien, pero con el tiempo cada vez me sentía más incómoda. No quería ir a verlo, pero nadie me creía". Así comienza su relato Isabel Torres -nombre ficticio para proteger la intimidad de la afectada- cuando cuenta su caso porque quiere dejar claro que no solo tenía un comportamiento más que inapropiado en el centro de salud de Canalejas, también en su consulta privada. "No ha sido solo en el centro de salud, también en la privada que tenía frente al Cuyás, en Viera y Clavijo".

Isabel comenzó a ir a la consulta de Viera y Clavijo acompañada de su tía María Luisa hace cinco años. En ese momento no se encontraba en un buen momento vital ni física ni mentalmente y sufría dolores de cabeza, además de un pinzamiento en el muslo. "Tenía que quitarme los pantalones, me auscultaba en tanga y cuando me cogía la pierna me tocaba muy cerca de la ingle. Pero siempre iba a tocarme la espalda".

Isabel explica llorando por qué está tan afectada ahora cuando lo que a ella le pasó fue en 2014. "Es que creía que eran cosas mías. Que estaba loca. Se lo contaba a mi tía y no me creía. Mi pareja no me creía. En ese tiempo iba a un terapeuta y se lo decía todo el rato, que no quería ir a su consulta, que me sentía incómoda. Pero nadie me creyó". Asegura que no ha leído ninguna noticia sobre el caso, que solo tuvo que ver su foto en la prensa para saber que era aquel médico que le hacía sentir "muy incómoda" y lo que había hecho.

Cinco años después de esas consultas "extrañas" que vivió con el que era el médico de su familia, Isabel recuerda muy bien una escena que se repetía. "Siempre se empeñaba en mirarme la espalda. Empezaba a tocar los hombros, me bajaba las tiras del sujetador y se acercaba demasiado a los pechos". Pero en esos momentos Isabel intentaba confiar en su médico aunque sabía que no estaba actuando con la seriedad que se espera de un profesional. "Yo solo sé que me hacía sentir incómoda", explica.

Pero lo que siempre se repetía cada vez más a menudo era el "empeño" de ponerla de espaldas a él. "Insistía en mirar la espalda y me pedía que me agachase. Entonces se acercaba a mí por detrás y notaba su miembro pegado a mi trasero. Yo le rehuía y hasta alguna vez me daba la vuelta para ver si estaba empalmado".

Pero sus palabras siempre quedaban en la duda, hasta en la suya propia, porque cuando contaba lo que le pasaba en la consulta de Carlos L. todo el mundo le decía: "pero si es muy buen profesional. Es que tenías que ver cómo estaba de llena su consulta", recuerda Isabel al terminar su relato repitiendo en varías ocasiones y entre sollozos: "es que yo creía que eran obsesiones mías".

La consulta privada del doctor Carlos L. R. aparece aún hoy en el Catálogo de Proveedores 2019 de Las Palmas de una mutua.