El 26 de septiembre de 2004 fue un día grande para Güímar: se colocó la primera piedra de la obra de restauración de Chinguaro, el lugar en el que se mezclaron las culturas guanche y europea. Era un proyecto a realizar en cinco fases con un coste cercano a los 16.800.000 euros, si bien en la iniciada entonces solo se invertirán 1.282.000 euros. Y hasta aquí llegaron. Chinguaro estaba llamado a convertirse en un punto relevante de peregrinaje. Para ello, Cabildo Insular (80%), Obispado y Ayuntamiento de Güímar (20%) resolvieron en 2001 un concurso de ideas que produjo el proyecto Tajea, cuyos autores fueron José Lucas Delgado Gorrín, Carlos Bermejo Díaz Calvo y Francisco Javier Carrancho Montero. Se trataba de salvar la arqueología del lugar, recuperar su significado religioso e histórico y de resolver el problema paisajístico que plantea esta zona.

El obispo de la época fue Felipe Fernández (q.e.p.d.), quien bendijo la primera piedra antes de que fuera colocada para comenzar "un hermoso e importante proyecto", el primero que se planteó desde que fue nombrado obispo de Santa Cruz de Tenerife y mientras leía el libro de su homólogo emérito: Damián Iguacen.

Chinguaro fue la morada de los menceyes de Güímar y el lugar al que los aborígenes trasladaron la imagen de la Virgen que se les apareció en la playa de Chimisay, hoy El Socorro. De ahí su relevancia.

La primera fase, que afectó a una superficie de 15.000 metros cuadrados, consistió en la construcción de una ermita en el lugar donde se encuentran las ruinas de la que fue desmantelada en 1986. Dicho templo cuenta con una cubierta que avanza desde el risco y funciona como un resguardo para el celebrante y un limitado número de fieles.

Esta obra estaba llamada a consolidar el lugar como lo que nunca ha dejado de ser en la memoria colectiva de los güimareros: el verdadero santuario de la Patrona General de Canarias. Hay quienes entienden que debe ser el punto central de la ruta mariana de la Isla, "esa que existe en la mente de todos pero que nadie se atreve a promover". Partiría de la playa de Chimisay o de El Socorro, subiría hasta este Chinguaro y terminaría en la Basílica de Candelaria.

Hoy, transcurrida una docena de años desde que fuera inaugurada oficialmente esta obra, la zona aparece descuidada, herrumbrienta, sucia, con elementos deteriorados y con la perspectiva de seguir siendo el tercer punto de una ficticia ruta mariana.