Prometían desde la organización novedades para la jornada previa al Día de Reyes en Santa Cruz y las hubo. La primera, la lluvia. Caprichosa porque, después de meses sin aparecer, amenazó con desbaratar la ilusión de niños (y grandes). No fue así e incluso propició diferencias positivas respecto a otros años. En el Estadio, con un espectáculo de bienvenida muy participativo, y luego en la calle, donde la Cabalgata fue rápida, lucida desde la sencillez y sin huecos a rellenar. El resultado: sobresaliente para los niños, un público agradecido, y notable para los adultos.

Todo empezó con el cielo muy gris y lluvia intermitente en el Heliodoro Rodríguez López. Allí, "El Musical de los Cuentos" fue un evento de "niños para niños" que arrancó puntual, a las cinco y dos minutos. Más de medio millar de chiquillos evolucionaron sobre el césped bajo la dirección de Geni Afonso, primera espada tras ser "segunda" de Enrique Camacho.

Joel Angelino, o mejor "Arlequino", y la veterana en estas lides Alicia Rodríguez fueron maestros de ceremonia en un recorrido por canciones infantiles en el universo de Barrio Sésamo, las Monster High y Los Minions. Lo dicho, "de y para niños" durante 50 minutos con recorte sobre lo programado. El helicóptero ya no aterriza, pero pasó tres veces muy bajo, y los camellos no entraron al recinto por seguridad. Pero bastó el ruido del aparato al sobrevolar el cielo y la presencia de Melchor, Gaspar y Baltasar para despertar ruidos desde el estómago y gritos.

El alcalde, José Manuel Bermúdez, junto a la concejala de Fiestas, Gladis de León, les dio las llaves de la ciudad a "esos señores barbudos de Oriente". Melchor respondió con un discurso para los 14.800 espectadores.

Ángel Ramos, el director, quería una Cabalgata más dinámica y lo logró. Al revés que en el Estadio, fue una actuación de adultos para niños que empezó a las siete y cinco, también muy puntual, con la Unipol, Protección Civil y la Banda de Música -las "joyas de la corona"- abriendo el desfile. Un millar de figurantes recorrieron con más rapidez que otras veces la distancia entra la avenida de Bélgica y la plaza de la Candelaria. Sin huecos, al contrario que en la zona del público, con más espacios para verlo que otras veces porque muchos padres se retiraron con sus hijos ante el peligro de resfriado.

Destacó el colorido de los tronos de los Reyes Magos, que esta vez dejaron los camellos solo para llevar los regalos. Las tres carrozas de cada cortejo real, más otras cinco, llegadas desde el Norte, sobresalieron por su belleza aunque faltara más de música.

La noche fue agradable en cuanto a temperatura , pero en la plaza de la Candelaria, como broche final y tras la ofrenda al Niño Jesús, "la nieve" cayó sobre Santa Cruz. Artificial y gracias a los efectos especiales, pero como otra novedad de una Cabalgata distinta.