"De poco sirven las denuncias. Eso cada vez está peor, y no parece que no hay expectativas de que se arregle". Es la afirmación de un usuario, resignado ya, por el abandono constante de la mayor área de esparcimiento de la capital tinerfeña: el parque de Las Mesas.

El deterioro que ha sufrido la instalación con el paso de los meses ha motivado que las últimas inversiones que se realizaron en él, de varios miles de euros, sean solo un recuerdo.

Bancos rotos, piedras sueltas y basura tirada por todos los rincones son ejemplos de que la que prometía ser una de las zonas de referencia para la combinación del ocio y la naturaleza de la capital no solo ha sufrido el abandono de las instituciones, sino, y lo que es peor, el de los usuarios.

Este periódico se había hecho eco por última vez del estado del parque el pasado mes de junio, tras una denuncia realizada por el guarda rural de la zona Anaga. En aquella ocasión, se vio obligado a "invitar" a abandonar a más de 80 jóvenes que realizaban allí una chuletada sin ningún tipo de control.

Seis meses después de aquella denuncia, y lejos de mejorar, la situación en la que se encuentra la instalación es mucho peor, tal y como atestiguan las imágenes tomadas el pasado sábado.

Eso sí, ni el deterioro ni el abandono frenan la asistencia de personas al lugar, que no solo ofrece unas vistas magníficas de Santa Cruz y La Laguna, sino que se ha convertido en lugar de escape para jóvenes que buscan un espacio recreativo cercano y en un punto de entrenamiento para deportistas del área metropolitana.

Sobre el futuro de Las Mesas, y según fuentes del Cabildo de Tenerife consultadas al respecto, para el año 2018 está recogida en los presupuestos insulares una partida de 500.000 euros que iría destinada a la mejora de la instalación. Solo falta esperar a que, esta vez sí, sea la definitiva.

Y es que el área recreativa de Los Campitos parece estar condenada al fracaso, pues aunque han sido varios los intentos de adecentarla, siempre han chocado con algún impedimento.

Por ejemplo, hace tres años, y tras cinco de obras, la Corporación insular se vio obligada a resolver el contrato con la empresa que se encargaba de los trabajos de mejora de la zona recreativa por determinados retrasos en los plazos que se habían fijado. Desde entonces no ha habido más actuaciones para culminar un proyecto que se inició hace ya quince años, en 2002.