El Hospital Universitario de Canarias (HUC) acogió a mediodía de ayer la tercera visita que realiza en su historia la Virgen de Candelaria. Fue una parada que permitió tomar contacto con la "ciudad del dolor", como lo definió el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. Hasta el prelado se llegó a sincerar para agradecer el trato de todo el personal, que en su caso experimentó durante un mes.

En los jardines del recinto, una curiosa estampa: la banda de Música Las Candelas, de Candelaria, dirigida por Silvia Alonso, que estaba uniformada en su condición de enfermera del centro. Entre los numerosos voluntarios, la concejala del Ayuntamiento de La Laguna Flora Marrero.

Tras la salutación de uno de los capellanes a la Morenita, la banda de música interpretó el "Himno a la Virgen de Candelaria": la directora, una enfermera del HUC; y la solista, una paciente, Candelaria.

Soledad Pastor actuó de portavoz de todos los trabajadores y dio la palabra a una mujer que pidió conciencia por el cáncer de mama. Siguió el doctor Pedro Gutiérrez, profesor y especialista en Urología, quien, curiosamente, dijo que no todo es la investigación, y reconoció el poder de la oración y la fe. En un juego de palabras, dijo que la Virgen "llegó nórdica y rubia para convertirse en estas playas en isleña y morena".

Era posible emocionarse más aún: en ese momento intervino Fernando, el recién nacido que el Hospital Universitario de Canarias presentó a la Virgen de Candelaria en la visita de 1997; asistió a la de 2009 a La Laguna, y volvió ayer por tercera vez, "no para pedir nada, sino para dar las gracias", según dijo.

En los pasillos acristalados que unen la torre quirúrgica se concentraron los pacientes que no pudieron salir, y pedían que se moviera a la Virgen para verla, porque la ocultaba una palmera. El padre Agüín, al tener conocimiento, interrumpió la celebración para facilitar la visibilidad.

Ya al término del acto, una enfermera que hacía las peticiones sufrió un pequeño desvanecimiento y fue sustituida sobre la marcha, aunque recuperó la normalidad en cuestión de minutos.

La sensibilidad estaba a flor de piel en el Hospital Universitario de Canarias, que abrió su corazón a la Patrona.

De ahí, rumbo a la plaza del Tranvía por la carretera La Cuesta-Taco.