La vida en el campo se hace presente en Santiago del Teide

Una nueva edición del trueque ‘Al paso de la cumbre’ reúne a decenas de vecinos y turistas para fomentar la recuperación de las tradiciones entre todas las edades

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Dos mujeres tienden las sábanas tras lavarlas en la piedra y comentan las últimas novedades del pueblo. Frente a ellas, un pequeño grupo disfruta de un trozo de pan con mojo rojo y verde y unas papas arrugadas, acostados en la linde del camino y buscando algo de sombra. En una casa cercana, una mujer porta una vasija llena de leche que trata de vender a los que pasean por la zona. Podría ser la estampa de cualquier pueblo canario a comienzos del pasado siglo. Sin embargo, fue esto lo que sucedió este fin de semana en Santiago del Teide, que ofreció a vecinos y visitantes la XVII edición del trueque Al paso de la cumbre, una representación en la que participaron varias decenas de personas de la zona para mantener vivas las tradiciones del Archipiélago.

Ataviadas con los trajes que el campesinado usaba en aquel tiempo, el grupo de participantes interpretó los papeles de caciques, cabreros, brujas, cochineros, lecheras o panaderas, entre otras muchas ocupaciones que quedaron reflejadas en esta actividad que comienza a despertar el interés de los turistas. De este modo, no solo los participantes recorrieron el último tramo del itinerario interpretando sus papeles, sino que estuvieron acompañados por varios curiosos extranjeros que no quisieron perderse detalle de las prácticas de antaño en Canarias y que, a buen seguro, se encargarán de trasladar estas acciones a sus países. 

Esta actividad organizada por el Ayuntamiento de Santiago del Teide desde hace ya varios años trata, de este modo, de rendir homenaje a las generaciones canarias que recorrían los caminos y senderos del Archipiélago en busca del sustento familiar hace varios siglos. En esta actividad, el trueque se convertía en una práctica imprescindible que garantizaba a los vecinos disponer de todo lo que necesitaban en sus casas después de que realizar las cosechas. Esta práctica, además, influía notablemente en las relaciones sociales que se establecían como resultado de estas transacciones comerciales y que ponían en contacto a personas de diferentes zonas de la Isla.

La representación Al paso de la cumbre ocupó casi toda la jornada para sus participantes, que partieron, sobre las nueve de la mañana, de la ermita de San Francisco en el barrio de La Montañeta, en Garachico. A continuación se dirigieron a San José de Los Llanos, en El Tanque, y el recorrido culminó, pasadas las dos de la tarde, en la plaza pública de Santiago del Teide, donde después de escenificar el trueque, tuvo lugar la entrega de reconocimientos a los participantes y la actuación de la parranda Bentahod. Además, los asistentes pudieron disfrutar de un puchero en mitad de un ambiente totalmente festivo que llenó el casco histórico del municipio de gente, y donde era prácticamente imposible aparcar a mitad de la mañana.

Los protagonistas

A María Candelaria Martín todo el mundo la conoce como Lala en el casco histórico de Santiago del Teide. Lleva muchos años participando en la recreación del trueque, pero en esta ocasión tuvo que cobijarse bajo la sombra de un árbol y esperar a que la actividad llegara a los alrededores de la plaza para poder sumarse, ya que una subida de tensión el día antes la obligó a causar baja en esta edición. A pesar de ello, no quiso perderse esta cita y, ataviada con su pañuelo de cuadros, un sombrero de paja y una pipa para fumar, trató de intercambiar almendras y zanahorias con los demás participantes en la representación. A pesar del calor que suele estar presente en este trueque y de lo largo del recorrido, Lala reconoció que «cada año se me hace corto» porque esta actividad «tiene algo muy especial, que es la recuperación de la vida antigua, algo que nunca debemos olvidar», declaró minutos antes de que la comitiva llegara al final del recorrido.

Vicky Clemente se situó un poco más adelante en el camino y se sentó junto a un muro para remendar algunas sábanas, aunque su hija, Rosana González, tuvo que ayudarla en más de una ocasión a enhebrar la pequeña aguja. La joven de 14 años se encargó de repartir almendras recién peladas entre los asistentes y se mostró totalmente encantada con esta iniciativa, en la que participa desde que tenía nueve años.

Desde Holanda llegó Paco, un turista que se trasladó a vivir a Tenerife hace unos meses y, a través de la escuela de baile de Santiago del Teide conoció esta iniciativa a la que ha decidido sumarse este año. Mientras Vicky cosía las sábanas, él pelaba algunas almendras como si fuera un vecino más y defendía las tradiciones canarias, totalmente diferentes a las de su país, pero que deben ser conservadas para que las generaciones futuras también las conozcan.

Eugenia Gil también pertenece a la escuela de baile de Santiago del Teide y acudió con algunos compañeros a esta iniciativa, en la que participan desde hace algunos años porque «no podemos permitir que se pierdan las tradiciones». Todo ello lo comentaba sentada sobre una manta en donde había dispuesto un caldero repleto de papas arrugadas mientras una compañera remendaba un mantel y los hombres comentaban cómo las había ido la jornada en el monte.

Esta iniciativa dejó también momentos graciosos e inolvidables, como cuando una de las vecinas participantes, mientras lavaba unas sábanas, amagó con dar a luz a su octavo hijo. Hasta el lugar se desplazó un médico de la época, que no dudó en examinarla a un lado del camino. Mientras un grupo de zapateros trataba de intercambiar botas nuevas por algún producto alimentario, un grupo de mujeres y un cura rezaban de camino a la iglesia, donde el tiempo se paró un año más para traer hasta el presente las tradiciones más antiguas de Canarias.