Sin perder el norte

Gallego de nacimiento, canario de adopción: Moncho vino para quedarse

El artista, gallego de nacimiento, se siente canario desde que a mediados de los ochenta quedó impactado con el Valle de La Orotava

Moncho vino para quedarse

Moncho vino para quedarse / Marta Casanova

Marta Casanova

Ni siquiera sabía que existía un día internacional del chiste. Se celebró el pasado 1 de julio y casualmente fue cuando me citó Moncho Borrajo para charlar un ratito en su refugio del Puerto de la Cruz. Para hacer humor hay que tener cierto grado de inteligencia, tanto por parte del emisor como del receptor, y sin duda él lo es.

Y no es que lo diga yo, lo afirmaron los especialistas que de niño ya lo diagnosticaron como superdotado. Esa inteligencia natural, Moncho la ha encaminado hacia el entretenimiento a pesar de decantarse primero por las Bellas Artes y la Arquitectura, profesión esta última que nunca ejerció. Gallego de nacimiento, se siente también canario desde que a mediados de los ochenta quedó impactado al ver el impresionante paisaje del Valle de La Orotava desde la curva de El Sauzal.

Venía a pasar unos días de vacaciones al Hotel Maritim invitado por su director, Juanjo Iglesias, y fue entonces cuando se enamoró no solo del imponente Teide que nos vigila desde lo más alto. A partir de este momento toma la decisión de compaginar su agenda de actuaciones en la Península con temporadas en el Norte de la Isla junto a su pareja de Tenerife.

Moncho vino para quedarse

Moncho vino para quedarse / Marta Casanova

En todo este tiempo, Moncho ha sabido empaparse de nuestra cultura y tradiciones. «Lo primero que hice cuando llegué fue comprar la enciclopedia Natura y Cultura de las Islas Canarias porque siempre me ha gustado adaptarme a los lugares en los que vivo y no pecar de ignorante», nos comenta.

Y es que Moncho es como un camaleón capaz de mimetizarse con el ambiente e incluso adoptar nuestro acento sin apenas esfuerzo. Un acento que lleva también a su faceta de escritor y pintor, plasmado en dos libros que denotan su canariedad. Uno de ellos, Gotas de Rocío, reúne poemas para su amiga María Mérida, figura irrepetible a la que admira profundamente, y el otro, bajo el título Nuevos cantos canarios, con prólogo de Elfidio Alonso, recoge coplas dedicadas a esta tierra en las que pone de manifiesto un profundo conocimiento y amor por nuestra cultura, sin dejar de lado el tono humorístico en la serie de polcas piconas. Las coplas van acompañadas de ilustraciones con la misma temática popular, firmadas por Moncho, en las que queda patente esa capacidad polifacética:

"Soy emigrante del mundo

y peregrino gallego,

que salió de Compostela

con el alma en un pañuelo.

Me recogieron los guanches

de un naufragio marinero

y me quedé en estas islas

por escuchar un te quiero".

Moncho vino para quedarse

Moncho vino para quedarse / Marta Casanova

Pero estas letras no quedan solo escritas en papel. Moncho las canta y hace suyas en las parrandas porque en cada romería es ya uno más. Como tal, le preocupan los mismos temas que al resto de ciudadanos de esta parte de la Isla. Si eligió vivir aquí es en gran medida por las similitudes con el pueblo gallego y analizándolo tiene bastante razón al afirmar que, como los gallegos, disfrutamos mucho de las tradiciones, fiestas populares, familia. Le encanta nuestro clima con panza de burro incluida, sobre todo en esta época del año porque «mientras en otros puntos de la Península se achicharran, aquí tenemos una temperatura agradable y es algo que se debería promocionar como atractivo turístico para muchas personas que huyen del calor».

Conoció a César Manrique y admira toda su obra. Por eso lamenta el cierto caos arquitectónico que se ha permitido en el Valle porque «una cosa es la riqueza en la variedad cromática de las fachadas de casas y edificios y otra muy distinta es la utilización de azulejos de baño en las paredes exteriores con un muestrario de construcciones ajenas a cualquier forma de armonía estética». En este sentido apunta como idea la recuperación del verde canario que es un color precioso que ya se utilizaba mucho en construcciones antiguas y que se debería recuperar en las edificaciones canarias. Para Moncho, esta falta de coordinación a la hora de construir se traslada también a otros asuntos de diferente ámbito. «No parece lógico que en un territorio tan pequeño tengamos tres ayuntamientos que gestionan de manera independiente sin ser capaces de ponerse de acuerdo para contemplar, por ejemplo, la construcción de un gran Auditorio con la demanda que existe. La gente no quiere desplazarse hasta Santa Cruz y la creación de esta infraestructura cultural es una antigua demanda que el Norte merece y lamentablemente no se ha materializado aún. Como éste, podríamos citar otras cuestiones que podrían ser muy positivas para facilitar la vida en el Valle de La Orotava», asegura.

«Por otro lado, creo que se han tomado decisiones políticas erróneas como es el caso del traslado del antiguo casino que estaba en el edificio del Taoro al Lago Martiánez», explica para añadir. El Casino, junto al Café Columbus, eran lugares emblemáticos a pesar de no contar con actuaciones de renombre que hubieran posicionado al Puerto como polo de atracción de celebridades como sucedió en aquellos años en lugares como Marbella. Lo mismo ocurrió con otros puntos de encuentro que eran referente en el ocio nocturno y que se han perdido como la discoteca Victoria, el Joy o el Coto, entre otros. Esto ha supuesto un retroceso importante».

Me encanta hablar con personas que no tienen papas en la boca para expresar lo que piensan desde el profundo amor que siente por esta tierra, pese a quien le pese, y así es él. Una persona cordial y cercana que no pasa desapercibida para quienes guardan sus múltiples actuaciones televisivas en las canicas de los recuerdos felices que van directos al corazón. Así se lo hizo saber un admirador al escuchar su indiscutible forma de hablar mientras hacíamos las fotos para este reportaje. Lejos de considerarlo una molestia, Moncho agradece esas muestras de cariño mientras seguimos conversando.

Moncho vino para quedarse

Moncho vino para quedarse / Marta Casanova

Decía que Moncho no tiene papas en la boca, pero sí que le gusta degustarlas con un buen mojo. Destaca la calidad de la restauración en todo el Norte, «que ha sabido modernizarse y adaptarse a los tiempos». En cuanto a la planta hotelera se muestra esperanzado con la reestructuración de algunos de estos establecimientos como el Hotel Taoro que dará un revulsivo a la ciudad con el aval de una importante cadena detrás. Para el humorista gallego, algunos cambios pasan además por «mejorar el trato al turista y que no tenga que arrastrar las maletas por medio del Puerto hasta llegar a su hotel, además de una necesaria especialización del sector, recuperando segmentos de mercado que ya fueron un éxito en épocas más complicadas». En este sentido, recuerda como en el periodo franquista el Puerto de la Cruz contaba nada menos que con doce clubes gay. «Es un turismo que demanda productos de calidad y que se podría recuperar generando ingresos importantes para la ciudad».

Tampoco tiene papas en la boca para criticar con contundencia al poder establecido porque se considera libre de decir lo que piensa sin tapujos, comprometido consigo mismo y como el mismo se ha definido: «coherente y consecuente». En uno de sus últimos comentarios de su perfil de X afirmaba: «Cuando un pueblo admite la autocensura como algo democrático y normal, es que no sabe que vive en una dictadura; o lo sabe, y tiene al dictador como su dios y amo. Firmado: Mon Cho Chen».

Orgulloso de ser como es no ha escondido nunca su homosexualidad durante los 365 días del año sin tener que demostrarlo en ningún desfile que, bajo su visión, se ha convertido en un circo esperpéntico. Porque para él los derechos se ganan de otra manera. De ahí su contundencia al afirmar en la misma red social: «Tienes todo el derecho a que respete tus ideas, tu religión, tus apetencias sexuales, etc pero no puedes exigirme que las comparta, y no por eso te insulto, ni te rechazo ni te odio. La libertad es un regalo de nuestro cerebro, si no eres libre por dentro, nunca serás libre».

Moncho piensa retirarse aquí, en su hogar del Puerto de la Cruz, donde recorre sus calles y sirecibe el cariño de los vecinos sin sentirse en ningún momento incómodo. «Los canarios siempre han sido muy respetuosos y han respetado mi espacio». Esa característica es la que ha llevado a otros personajes a trasladar aquí su residencia como fue el caso de Amaya (Mocedades), el Fari o Mari Carmen y sus muñecos, fallecida hace unos meses en esta localidad. Moncho la recuerda con cariño, igual que a Arévalo. Son estas ausencias aún recientes las que han llevado al humorista a despedirse de los escenarios con la gira Se acabó. Considero que es el momento de parar para estar tranquilo. Moncho Borrajo reconoce que no es fácil decir adiós, pero «es lo que toca», comenta desde su despacho plagado de libros y dibujos.

Culmina su carrera con un currículo de éxito a sus espaldas. Al margen de su faceta artística llenando teatros de toda España, donde el humor inteligente y la capacidad de improvisación son la esencia del espectáculo, Moncho es también escritor con más de 20 libros, sin olvidar su faceta de cantautor y también pintor. Del mismo modo su participación en programas televisivos de gran audiencia como fue Hola Rafaela o el concurso 1,2,3, le dio también la enorme popularidad que solo la tele podía conseguir en la década de los ochenta y noventa. Entre nosotros se siente muy querido y en su rincón del Puerto de la Cruz se quedará, escribiendo, pintando y bromeando a ratos con el Teide.

A la izquierda, Moncho Borrajo posa en un punto con provilegiadas panorámicas de la costa de Puerto de la Cruz. A la derecha, dibujos con inspiración canaria de este polifacético artista.