"¡No pasa nada, la Virgen está embarcada!": Puerto de la Cruz rinde homenaje a su pasado marinero

La Virgen del Carmen y San Telmo recorren la ciudad y son embarcados ante miles de personas 

D. R.

«¡No pasa nada, la Virgen está embarcada!». El célebre grito portuense volvió a resonar este martes, a las 20:35 horas, en el muelle pesquero de la Ciudad Turística cuando la Virgen del Carmen fue embarcada en la Nueva San Ramón. La maniobra de entrada al mar, siempre compleja y emocionante, se volvió a saldar con éxito. Aplausos y vítores para celebrarlo después de toda una jornada festiva.

El momento cumbre de cada embarcación de la Virgen del Carmen siguió a un día repleto de actividad y sentimiento de pertenencia en el Puerto de la Cruz, que desde por la mañana se entregó a la fiesta. Fueron muchos los que disfrutaron este martes en reuniones familiares o de amigos junto al mar, comiendo y bebiendo, a la espera de la llegada de la patrona de los mares y San Telmo.

La iglesia de la Peña de Francia acogió la celebración eucarística que precedió a la procesión hasta la bahía portuense, por unas calles repletas de espectadores. Una vez que concluyó el acto litúrgico y los cargadores tomaron posiciones, comenzó el desfile. Delante, San Telmo; detrás, la Virgen del Carmen, con un trono decorado con unos ramos de flores de grandes dimensiones.

Gritos de «¡guapa!», cánticos, abrazos entre los cargadores y los vecinos… Una mezcla entre la tradición, la fe y los recuerdos. Y mucho de tributo al pasado –y presente– marinero del Puerto de la Cruz. Lluvia de pétalos desde los balcones y también la música que pusieron Tony Acedo y Chago Melián con el siempre esperado Ave María, cuyas voces son ya consustanciales a este acto.

«¡Viva la Virgen del Carmen, viva San Telmo, viva los cargadores, viva los pescadores, viva el Puerto de la Cruz!», exclamó Melián en un momento de la tarde en el que el sentimiento portuense estaba ya desbordado.

Comenzaba a partir de ahí la procesión marítima. Para ello San Telmo fue embarcado primero en la Adrinere. Fue necesario que se abriese un pasillo entre el gentío y la imagen fue aproximándose a la barca. Dadas las menores dimensiones del trono (en relación al de la Virgen del Carmen), la maniobra era algo más sencilla. Minutos después, volvió a quedar de manifiesto el porqué esta es una de las festividades populares con más fuerza de Tenerife. La Nueva San Ramón fue acercándose cada vez más a la orilla, mientras que los cargadores trasladaban lentamente a la Virgen.

La emoción colectiva se desbordó con la imagen ya en la embarcación, en una escena que se repite cada año y que ya se ha convertido en un icono del Puerto de la Cruz, con quienes siguen el acto desde dentro del agua salpicando (aunque no a todos los devotos de esta imagen les gusta esa práctica por los daños que pudiera ocasionar el agua del mar en la talla).

Quedaba entonces el recorrido por la bahía portuense, para posteriormente regresar a tierra y perderse por las calles y callejones del Puerto de la Cruz hasta bien entrada la noche, en un tramo del acto con un toque más íntimo, más local, con menos espectadores, pero con la misma entrega por parte de los portuenses.