El derrumbe del Partido Popular y el giro a la izquierda del electorado español tienen en las islas características propias. La mayoría de ellas se producen en la provincia oriental, donde el voto tiene menor fijación municipal y ha sido siempre mucho más volátil, cambiando pendularmente de unas elecciones a otras. Así, y como fruto del fraccionamiento político grancanario, Podemos se convierte en Las Palmas de Gran Canaria en la primera fuerza política, algo que no ocurre en ninguna otra capital de provincia española. Siguiendo también el modelo nacional, Podemos emerge de forma destacada en las zonas más urbanas, y su voto se concentra en los barrios de clase media. El caso grancanario es paradigmático de ese fenómeno: el PP gana en las zonas altas de la capital, en los barrios y polígonos periféricos menos atendidos, pero Podemos se impone en las mesas de las zonas residenciales y burguesas. Y en Santa Cruz de Tenerife ocurre lo mismo: el de Podemos es un voto de funcionarios, pequeños empresarios, profesionales y clases medias...

Otra consecuencia del giro a la izquierda es que el PSOE se convierte en primera fuerza política regional en votos, aunque pierda poco menos de diez mil sufragios. Curiosa paradoja: con peores resultados de los del año 2011, el PSOE mantiene el mismo número de escaños y logra más votos que Coalición o el PP...

Pero el efecto más singularmente canario del "giro a la izquierda" de los electores es sin duda la eclosión de Nueva Canarias, reinventada ahora como fuerza nacionalista de izquierdas, después de haberse presentado anteriormente de la mano del PIL de Dimas Martín o del CCN de Ignacio González. Nueva Canarias logra cinco diputados (uno de ellos por aplicación de los topes electorales que siempre denunció), desbanca casi totalmente a Coalición de la geografía grancanaria, donde además sustituye al PP como fuerza política mayoritaria en el Cabildo, y se implanta fuera de esa isla en ayuntamientos claves como el de La Laguna. Se convierte, además, en necesaria para complementar mayorías en multitud de ayuntamientos y cabildos donde se precisa un tercer partido.

Sorprende que a pesar de eso Coalición haya iniciado sus negociaciones para formar gobierno atacando con extrema acritud a quienes deberían ser -y han sido, en las Cortes- sus socios. Es probable que Coalición sienta el escozor de cuernos que supone retroceder mientras Nueva Canarias avanza. Pero eso no se resuelve ignorando lo que está ocurriendo en el patio nacionalista, sino actuando para resolver "de aquí en adelante" el cisma creado por Rivero hace ya doce años.