Cree don Román Rodríguez que su antigua compañera de partido, Ana Oramas, "es la derecha pura y dura". Lleva unos días repitiendo esa creencia suya por redacciones de periódicos y emisoras de radio, y la ha convertido en un mantra, cuyo objetivo parece ser descalificar la opinión expresada por la diputada nacionalista de que Coalición no debería apoyar un gobierno nacional en el que participe Podemos. Es lógico que Rodríguez no esté de acuerdo con esa posición, porque su propio partido, Nueva Canarias, gobierna en Gran Canaria y en su capital con el partido de Pablo Iglesias, en un pacto bastante parecido al que podría producirse en toda España si finalmente el PSOE y Podemos se pusieran de acuerdo. Claro que en Gran Canaria, Podemos no ha pedido aún ningún referéndum sobre la secesión de la Isleta ni nada que se parezca, como ayer insistió en hacer Pablo Iglesias para Cataluña, pero eso es harina de otro costal. El que nos ocupa es el curioso interés de Román Rodríguez de presentar a la diputada tinerfeña como una émula bajita de Esperanza Aguirre, a quien Dios guarde muchos años en su autoimpuesto retito.

No me negarán que es curioso que a Rodríguez le preocupe tanto ahora el supuesto derechismo de la Oramas. No le preocupó lo más mínimo hasta hace menos de un año, cuando Ana Oramas era cabeza tinerfeña de cartel de la coalición electoral entre Coalición Canarias y Nueva Canarias, coalición, que aportó a Pedro Quevedo unos quince mil votos que le permitieron convertirse en diputado a Cortes, igual que ahora lo ha conseguido gracias a una coalición con el PSOE. Tampoco parecían preocuparle mucho a Román Rodríguez lo que ahora define como "prejuicios ideológicos" de Ana Oramas, cuando hace unos años Rodríguez militaba en el mismo partido que Oramas y presidía un gobierno de coalición con el Partido Popular.

La cosa de vivir en un pueblo chico es que aquí nos conocemos todos: Román Rodríguez es un hombre con vocación política y talento, pero muy olvidadizo cuando se trata de su propia biografía personal, de sus posicionamientos y de los intereses que defendió. Nunca ha sido un hombre de derechas, como no lo son muchos de los nacionalistas canarios (otros sí, incluso entre los más radicales en su nacionalismo), pero no ha tenido nuestro prócer el menor problema en asirse a la derecha y cuestionar a la izquierda cuando le ha interesado hacerlo. Por ejemplo, ha sido muy crítico con los socialistas cuando estos han gobernado con Coalición, pero cuando él presidía el Gobierno, no tuvo el más mínimo conflicto con el PP ni con los tres consejeros de ese partido. Es cierto que el PP abandonó el Gobierno, pero el no tuvo nada que ver con ese abandono. Se produjo porque Soria, recién llegado a la presidencia del PP, decidió desalojar a los consejeros que había puesto Bravo de Laguna.

En fin, no sé cuán de derechas es Ana Oramas. Pero sí sé que siempre ha estado en el mismo sitio: no creo que Román Rodríguez sea el más indicado para dar patentes ideológicas. Su partido se ha presentado a las elecciones de la mano de Coalición, del PIL de Dimas Martín, del Centro Canario de Nacho González, y ahora con el PSOE. Y ha gobernado sin prejuicio alguno con gentes de derechas y de izquierdas, según le ha convenido. Ahora parece que Román ha vuelto a situarse en la izquierda, como en sus tiempos mozos. No creo que sea oportunismo. Será nostalgia.