Las periodistas Marta Cantero y Carmen Zamora, propuestas por Coalición Canaria y el PSOE para cubrir las dos vacantes del Consejo Rector de la tele canaria, se enfrentaron el miércoles al examen de la Comisión de Control del Parlamento de Canarias, que había de dictaminar -de acuerdo con la ley de la tele- su idoneidad para ser consejeras del Ente. Se trata de un trámite parlamentario bastante novedoso y poco frecuente: no hace falta someterse al examen del Parlamento para presidir las empresas públicas, para ser consejero del Gobierno o para desempeñar cualquier cargo público. Quienes hicieron la ley, hartos del formato casposo de los consejos de la tele, en el que básicamente se colocaba a miembros de los partidos a los que se gratificaba con dietas (eso ya no ocurre), decidieron que los nuevos consejeros pasaran por un escrutinio del Parlamento. Lo que se hizo el miércoles no fue votar la incorporación de Marta Cantero y Carmen Zamora al Consejo, sino decidir si son o no idóneas para ser consejeras. Pero nuestro sistema político está tan viciado que los partidos que se oponen a que haya cambios en el Consejo que permitan la normal adjudicación del contrato de los servicios informativos -Nueva Canarias, el Partido Popular y Podemos- decidieron abstenerse en la votación de la idoneidad de dos mujeres que han desarrollado una carrera ejemplar en distintos medios de comunicación, y que -de incorporarse finalmente al Consejo- desarrollarán su trabajo sin cobrar un duro por ello, ni salarios, ni dietas, ni gastos de representación de ningún tipo. La abstención (o el voto en contra) de los representantes de los citados partidos en la comisión de control no habría siquiera evitado que se las declarara idóneas. Se trató básicamente de darle una patada al PSOE y a Coalición en el trasero de dos buenas periodistas, a las que han convencido -no entiendo cómo- para que presten un servicio público de forma desinteresada.

La política parlamentaria se ha ido envileciendo hasta perderse el respeto a sí misma. El Parlamento debería ser exquisito en las formas, porque es el escenario donde se libran las batallas políticas desde la formalidad y el respeto a los procedimientos. Los partidos no tienen porqué votar a las periodistas que han propuesto Coalición y el PSOE para el Consejo. Pueden justificar el no votarlas atendiendo a criterios de oportunidad o conveniencia política. Pero abstenerse de reconocer su idoneidad para desempeñar un puesto para el que ambas están perfectamente cualificadas de acuerdo con la ley es una desvergonzada e innecesaria falta de respeto a dos profesionales decentes, competentes e idóneas.

No vamos a rasgarnos las vestiduras por el oportunismo y la incoherencia de este tipo de comportamientos: hace poco menos de tres años, Román Rodríguez denunció la no idoneidad de María Lorenzo para el Consejo Rector, por la manifiesta incompatibilidad que suponía para desempeñar ese cargo, la defensa de los intereses en televisión de las empresas de su padre. María Lorenzo, elegida a propuesta del PSOE, es hoy de facto la portavoz de Nueva Canarias en el Ente, y Rodríguez la trata con honores de heroína. Al final, la idoneidad de alguien depende de si nos sirve o nos incomoda, no de su trayectoria, su capacidad o su independencia de intereses económicos o mediáticos. Lo siento por Marta Cantero y Carmen Zamora, dos buenas periodistas que no se merecen este maltrato.