Carlos Alonso y el alcalde de Guía de Isora, Pedro Martín, se enzarzaron ayer en una poco suculenta controversia sobre la asistencia de las corporaciones canarias a la feria internacional de turismo que se celebra en Madrid, a mediados de este mes de enero. Los mayores ayuntamientos turísticos de Canarias, algunos de ellos gobernados por el PSOE, han decidido constituirse en una asociación sectorial de municipios turísticos y montar su propio "stand" en la feria, rompiendo con la tradición -bastante maltratada de por sí- de asistir todos de manera unitaria a Fitur. Se trata de un asunto recurrente: cada poco, algún ayuntamiento o Cabildo se cabrea con el Gobierno y decide gastarse el dinero de todos y acudir por su cuenta al jolgorio. Eso provoca encendidos debates que van desde la denuncia de lo injustificable de la duplicación del gasto hasta la defensa a ultranza de la independencia municipal o insular a la hora de decidir promocionar cada destino de forma diferenciada.

Esos debates siempre me han parecido absolutamente idiotas?

La cuestión en la que yo pienso es si tiene mucho sentido que las instituciones y corporaciones canarias se gasten un montón enorme de dinero en promocionar un sector absolutamente boyante como es el turismo, en vez de promocionar o apoyar a otros sectores capitidisminuidos de la economía insular. Ayer mismo, el consejero de Turismo anunciaba el gasto de más de medio millón de euros en promocionar el destino Canarias en blogs y redes. Uno se pregunta si es necesario promocionar en internet un destino que el pasado año reventó la barrera de los 16 millones de visitantes, y si es así, por qué habría de gastarse el dinero de todos en promocionar una actividad económica que tiene como principales beneficiarios a los empresarios del sector. Los mismos empresarios que han visto crecer exponencialmente sus resultados en los últimos tres años, muy por encima de la creación de empleo. Cada vez que se pregunta a los hoteleros por qué no contratan más gente, nos replican que ellos saben llevar su negocio perfectamente. Y es posible que así sea, pero no parece incordiarles que las administraciones públicas destinen sus recursos a proyectar el conocimiento del destino, a realizar campañas de promoción y a crear infraestructuras "ad hoc" en el entorno de sus hoteles.

Por supuesto que es necesario mantener la promoción: si hasta un refresco de consumo tan asentado y globalizado como es Coca-Cola gasta su dinero en publicidad, sin duda será porque conviene mantener la atención del consumidor. Lo que yo cuestiono es que eso deba hacerse con el dinero público, y con mucho dinero. Si el destino turístico de Canarias debe ser promocionado?, ¿quién mejor que los propios empresarios y sus asociaciones parar hacerlo (y costearlo)? El Gobierno, los cabildos y los ayuntamientos podrían reforzar la promoción turística en islas o destinos donde se quieran mejorar resultados, pero? ¿necesitan realmente Adeje, Arona o San Bartolomé de Tirajana reforzar su promoción turística? ¿Lo necesita globalmente Canarias, o particularmente Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura? ¿Es esta una prioridad del gasto público? Yo creo que no. Por eso me sorprenden tanto las peleas cada poco para vender de primera mano la promoción a los empresarios? ¿Estarán pensando en cobrarse el favor?