César Ramos, portavoz federal del PSOE para asuntos relacionados con fomento, obras públicas e inversiones, aseguró ayer que los socialistas propondrán la recuperación del Plan Canarias, acordado por el Gobierno Zapatero y suspendido por el Gobierno de Mariano Rajoy. El plan, considerado por los populares una suerte de carta a los reyes magos que nunca podría llegar a realizarse, fue aprobado en octubre del año 2009, en un Consejo de Ministros celebrado en Las Palmas de Gran Canaria, utilizando un formato parecido al de aquél famoso Consejo de Ministros celebrado por Adolfo Suárez en las Islas en plena transición democrática. Se contaba que Suárez se fue de las Islas con una maleta lleva de proyectos canarios, pero el Plan de Zapatero fue al revés: Zapatero vino con el proyecto ya elaborado por un equipo de su Gobierno, coordinado por el diputado José Segura Clavell, que suponía, según anunció el propio Zapatero, el compromiso del Gobierno de la nación de invertir 25.000 millones de euros del presupuesto estatal en las Islas, entre 2009 y 2018. A razón de 2.500 millones de euros por año, casi nada.

El plan, una auténtica e inesperada lluvia de recursos, se articulaba en torno a cinco ejes, casi 40 objetivos, y un centenar de medidas concretas, dirigidas a producir un cambio de modelo productivo en las Islas, mejorando su industrialización hasta alcanzar el diez por ciento del PIB regional. Entre Los objetivos más ambiciosos del plan estaba también el compromiso de alcanzar en 2015 un 30 por ciento de producción eléctrica mediante energías renovables (hoy eso suena más dramático que cómico); reorientar el turismo hacia la diversificación y aumento de la calidad; y conseguir la transformación del sector de la construcción, que pasaría a dedicar un 40 por ciento de la inversión a proyectos de rehabilitación. Muchas buenas intenciones para un compromiso, conocido como Plan Canarias aunque su nombre oficial era ''Estrategia Integral para la Comunidad Autónoma''. Y mucho dinero.

Por desgracia, la munificencia del Estado duró poco: de los 25.000 millones previstos se calcula que sólo llegaron realmente menos de 800, y muchos de ellos ya comprometidos en otros planes en marcha.

El proyecto aprobado por Zapatero fue recibido con expectación y aplausos por la parte nacionalista del Gobierno de Canarias, pero con cierto desdén por el PP, que lo consideraba inviable. Es cierto que el plan arrancó justo en el inicio de la crisis económica, cuando hubo que reducir salvajemente el gasto. Al final, fue suspendido por el Partido Popular, sin siquiera tomarse la molestia de derogarlo. Ocurrió nada más acceder al Gobierno Mariano Rajoy, tras las elecciones de 2011 que le dieron la mayoría absoluta. En Canarias gobernaba entonces Paulino Rivero, que había incorporado al PSOE a su ejecutivo pero, sorprendentemente, no se produjo ninguna reacción contra la suspensión del compromiso contraído con Canarias por el Gobierno de España.

Ahora el PSOE dice estar interesado en recuperar el proyecto. Y lo cierto es que parece más un brindis al sol, una promesa electoral sin soporte ni ficha financiera posible, que algo en lo que los socialistas de Pedro Sánchez vayan realmente a ponerse a trabajar. Aun así, el Gobierno de Canarias debería interesarse por la propuesta realizada por el PSOE, preguntar como pretenden los socialistas materializarla, con qué recursos y en qué plazos. Para que podamos saber si se trata de un compromiso serio o de una nueva ocurrencia colgando del discurso electoral del PSOE como una zanahoria cuelga de la punta de un palo.