Miguel Ángel Ramírez fletó un reactor privado en Miami para no ser detenido en Madrid y trasladado a Canarias esposado en un avión. Evito esa foto, pero no pudo evitar ser detenido nada más llegar a Gando. Después de más de un lustro jugando al ratón y al gato con los tribunales, esta vez le cazaron, aunque solo para soltarlo un par de horas después, sin siquiera imponerle una fianza. Uno diría que su estrella se apaga al mismo tiempo que su club -la Unión Deportiva- baja a segunda en un final de fiesta entre lo cochambroso y lo troyano.

A Ramírez se le acusa de lo de siempre, que es defraudar a la Seguridad Social en el pago de las cuotas de sus trabajadores. Es una historia recurrente que arranca cuando Ramírez decide ampararse en la reforma laboral del PP para pagar menos a sus empleados de Seguridad Integral Canaria y poder competir con las grandes haciendo mejores ofertas. La apuesta le salió mal porque los tribunales le enmendaron la plana, y se encontró con que debía devolver a sus empleados el dinero que les había descontado y hacerse cargo de las deudas con Hacienda y la Seguridad Social. Lo que parecía inicialmente una oportunidad de negocio para poder competir con las grandes compañías de seguridad privada se convirtió al final en efecto dominó que hundió el imperio que este "pibe" de barriada había montado, camelándose a media clase política y siendo más osado que otros. Esa es la historia oficial de la ascensión y caída de un empresario hoy desahuciado de los entornos del poder, pero no tan arruinado como para no poder pagarse un jet privado y evitar salir esposado en una foto.

En la versión actual de la historia del patrón de la Unión Deportiva (y quizá del Tete, a través de su socio Miguel Concepción) nos cuentan que el pecado original de MAR fue la avaricia. Y no digo yo que la avaricia, el deseo de ganar más, de ser más, de quedarse siendo chico con una parte del negocio de los grandes, no haya tenido algo/mucho que ver con su caída. Pero -para los malpensados- también les apunto una versión menos reconfortante: yo creo que el principio del fin de Ramírez, lo que hace que todo un Consejo de Ministros se interese por sus deudas e impagos, lo que mueve a una fiscal a pedir al juez que decrete búsqueda y captura de un tipo que ha dicho dónde está y cuándo viene, tiene más que ver con el pulso que Ramírez le ganó hace un año al sistema político y judicial. Acostumbrado a seducir voluntades políticas, a quebrar operaciones judiciales y a ser prácticamente omnipotente, Ramírez decidió un día romper la baraja de su juego con el PP y los jueces. No lo hizo como resultado de un acto de contrición, ni por arrepentimiento de nada, ni porque le apeteciera cambiar de socios y amigos. Lo hizo para defenderse de la trampa mortal en la que Soria le estaba usando de cebo para pescar al periodista Carlos Sosa (su anhelado salmón de competición), y lo hizo cortando con Soria y desmontando la operación que Soria, con la ayuda del juez Alba (y algún otro y otra) habían montado contra Victoria Rosell para pescar con ella a su marido.

A partir de ahí, la baraka, la impunidad, las amistades de palco y los compadres y comadres de juzgado, empezaron a desvanecerse. Los que antes sostenían su posición se quitaron de en medio y le dejaron solo. Algunos de la lista incluso quieren meterlo en la cárcel, y como el señor MAR tiene algún esqueleto en el armario (y aún más deudas), es posible que hasta lo logren.

En fin, seguro que hay quien preferiría la bonita historia de que el bien siempre triunfa, de que a todo ruin le llega tarde o temprano su hora. Pero yo no me creo nada de eso. Debe ser que me estoy volviendo (moderadamente) nihilista.