En los dos últimos años la figura de Sir Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965) se ha reivindicado en su papel de estadista astuto y providencial durante la II Guerra Mundial, y por su talento pictórico, que le procuró distracción y ayuda intelectual en la década trágica y gloriosa cuando el Reino Unido, entre "sangre, sudor y lágrimas", pasó de la zozobra al liderazgo ético y político de la Europa Occidental.

Con excelente guion de Anthony McCarten, y una eficaz interpretación de Gary Oldman, en "Darkest Hour" (2017) el joven Joe Wright resolvió una coproducción angloamericana que fusiló el tenso mayo de 1940. Entonces, el excéntrico Winston, con las reservas de los propios conservadores, desestimó la posibilidad de un tratado de paz con los nazis, y con el inesperado apoyo popular y la Cámara de los Comunes, impuso su criterio de luchar contra Alemania y el eje del mal.

En la misma línea, pero con menor tensión y brillantez, resultó "Churchill", un thriller escrito por Alex von Tunzelmann con el mayor rigor histórico y realizado por el pulcro Jonathan Teplitzky, que recogió las cuarenta y ocho horas previas al desembarco en Normandía (6 de junio-30 de agosto de 1944), operación que no convencía al premier británico, que le enfrentó con sus generales y con los aliados, pero que, finalmente, determinó la victoria, el final de la guerra y de los totalitarismos nazis y fascistas. La solvente actuación del polifacético Briam Cox, que humanizó la figura del estadista, y la ambientación cuidada hasta en los últimos detalles, fueron los elementos más destacados del film.

En este agosto cálido y animado por las fiestas populares, las plataformas digitales para recrear nuestros recuerdos y ocios recrearon estos episodios biográficos de un personaje tan culto como orgulloso, capaz de unir a la clase política y a la opinión pública, ganar una terrible guerra y perder las primeras elecciones de la paz; escritor de convicciones y buen estilo, premiado con el Nobel de Literatura en 1953, y que, entre contiendas políticas y militares, pintó paisajes de filiación posimpresionista que, en las subastas internacionales de la temporada, se codearon en precios con las figuras plásticas del siglo XX y los más destacados del XXI.