El problema no son los 50 millones de cuentas de Facebook que el pasado viernes fueron asaltadas -Mark Zuckerberg, que es el fundador de la red social más grande del mundo, confirmó en una rueda de prensa el masivo ataque ejecutado por los "hackers"-, el gran dilema es saber dónde han ido a parar todos esos datos y, sobre todo, qué destino les darán los delincuentes cibernéticos. La grieta, una más en la negra historia de Facebook, fue localizada el pasado 25 de septiembre en uno de los códigos de seguridad de la empresa que acababa de ser vulnerado. A través de ese "socavón" virtual los atacantes se hicieron con datos de más de 50 millones de clientes: uno de los problemas que ha denunciado en las últimas horas Zuckerberg es que los datos pueden ser todavía mayores, ya que muchos de los clientes que fueron "saqueados" utilizan la dirección que tienen en Facebook para acceder a otras plataformas que, a su vez, han quedado desprotegidas. Ya en mayo de este año, a Facebook no le quedó más remedio que reconocer públicamente que la firma Cambridge Analytica se había apoderado indebidamente de los datos de 87 millones de personas. Por ese motivo, el 11 de abril de este año, Mark Zuckerberg tuvo que declarar en el Congreso de los Estados Unidos. Ese día, declaró que "en la vida se aprende de los errores" y se comprometió a fijar unas medidas de seguridad, que, según él, no son "perfectas". Y tanto que no lo son. Hace unas horas Facebook sufrió otro gran robo.