Veía las imágenes grabadas. Miseria pura a golpes. Se me caía la cara de vergüenza. Partido de cadetes o juveniles (da igual) San Lorenzo Constancia contra Guía de Isora, en Tenerife. Tangana monumental, insultos y golpes entre padres, jugadores, entrenadores y hasta el Tato el Coneja, que pasaba por allí. La misma escena cada fin de semana. Se golpeaban de cualquier manera. Hasta en el suelo. Miseria pura.

Da igual el campo. Da igual la categoría. La misma amargura y la misma sensación de decepción absoluta al contemplar lo que ocurre entre nuestros chicos y, lo que es peor, entre adultos. Se nos supone responsables ¿no? ¿Qué tiene que ocurrir para que la violencia en el Fútbol pare? ¿Qué muera alguien a golpes? ¿Qué alguien se quede inválido de por vida?

Nos preocupan las listas de espera en Sanidad, que en Canarias cobremos los sueldos más bajos de España, que tengamos la cesta de la compra más cara o que estemos a la cola en atención social. Vale. Aceptado. Pero, ¿y la educación, los principios, los valores? Nos estamos olvidando. Me importan un pimiento los presupuestos, el Estatuto, el REF, los candidatos de los partidos o que Pedro Sánchez convoque elecciones antes o después. Me destroza contemplar cómo niños y adultos, todos juntitos, se maten a golpes en el deporte. Un gran ejemplo. Miseria pura. Sigan bailando.