Coalición y el Partido Popular firmaron ayer el acuerdo por el que el PP votará los presupuestos canarios de 2019. Como los votos del PP y Coalición son insuficientes para aprobar el Presupuesto en primera votación (suman justo 30), hoy suscribirá también el acuerdo Casimiro Curbelo, que ayer estaba a lo suyo y no le invitaron a la foto. La Agrupación Socialista Gomera aporta tres votos más y garantiza la mayoría suficiente para que los presupuestos prosperen. El señor Clavijo y su acostumbrada flor en el trasero vuelven a culebrear por los asombrosos vericuetos de la política canaria, demostrando que en esta región para que te aprueben los presupuestos una vez y otra -unas veces el PSOE, las otras el PP- basta con ser de Coalición Canaria. Un sortilegio que habrá que ver si prospera también a partir de las próximas elecciones?

Para que el PP pueda vender la moto de su más que cantado apoyo a las cuentas de Clavijo, el Gobierno se ha comprometido a bajar el IGIC en su tipo general medio punto. No son los dos puntos que pedía el PP en su primer órdago, pero menos da una piedra. Asier Antona y los suyos abandonaron ayer el acto protocolario de firma del acuerdo muy felices y satisfechos por el modesto éxito de haber logrado el 25 por ciento de su objetivo principal declarado, que era devolver el IGIC al tipo general de antes de la crisis, bajándolo dos puntos. Asier Antona aseguró ayer que el PP no renuncia a una bajada de dos puntos si se autoriza el gasto del superávit, que es como decir que el PP no renuncia a invitarnos a birra si les toca el gordo: Antona sabe a estas alturas que la regla de gasto va a permanecer intocable, pero también sabe que lo logrado es suficiente para poder vender en las próximas elecciones la paternidad de un pequeño alivio fiscal a los ciudadanos.

Coalición lo que vende es que la rebaja -que le supone al Gobierno dejar de recaudar entre 80 y 100 millones de euros- devolverá recursos a los ciudadanos que el Gobierno no puede gastarse por la negativa de Pedro Sánchez a reconsiderar la regla de gasto. Si con esos ochenta (o cien) millones lo único que podía hacerse es pagar más deuda a los bancos, en una región en la que lo de la deuda y el déficit se lleva (comparativamente con otras regiones más mimadas, como Cataluña o Valencia) de matrícula de honor, pues parece razonable que los cuartos se dejen en manos de a quienes se les iba a cobrar.

El IGIC, como todos los impuestos indirectos, es un impuesto no progresivo: a igual cantidad de compra, paga lo mismo un rico que un pobre. Reducirlo sería un objetivo razonable, aunque también es verdad que en Canarias lo que pagamos por IGIC (hasta los nuevos presupuestos, que será menos) es un tercio de lo que cualquier ciudadano peninsular paga por IVA. Hay que tener cuidado con esas cosas: celebrar demasiado el diferencial fiscal cabrea a los contribuyentes peninsulares, como a nosotros nos cabrea que Sánchez estudie quitas de la deuda a Cataluña y Valencia, las comunidades menos cumplidoras con el esfuerzo fiscal?

No alardear, por tanto, de esta rebaja fiscal, que aunque sea pequeña supone otra ventaja añadida para los que pagamos impuestos aquí.