Y tanto que sí, rota sobre sí mismo. Los habitantes del mundo están rotando también en traslación interior. La gente se mueve. De África pasan a Europa, por Canarias o por el sur de España. De Sudamérica a Estados Unidos, vía México (ahí tienen a los hondureños?). De Venezuela a donde puedan. Esos pobres están ya "maduros" de tanto palo y miseria. El mundo se mueve.

El hambre y la guerra no perdonan. Los seres humanos abandonan su hogar por sobrevivir. En la balanza priman la vida y los hijos. El amor a la tierra es como aquello de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". Mejor bollo malo que hoyo de muerte. Quienes viajamos nos hemos dado cuenta del abismo que existe entre quienes tiran la comida a la basura en Europa y quienes rebuscan en ella para comer en África. Entre familias que duermen en pisos confortables y otras que, con bebés de meses, lo hacen en la calle, entre frío y moscas.

Este año se ha triplicado el número de pateras que han llegado a Canarias. Y todos sabemos que el problema se arregla ayudando en origen y no acogiéndolos. No comparto, pero puedo llegar a entender que la gente sea capaz de morir en el intento por vivir. De caer en manos de traficantes de vidas humanas sin escrúpulos porque para morir de hambre o miseria, mejor morir en el intento. Total, como decía aquella novela: "Mátame, yo ya estoy muerto".