Y no me refiero a las colas en las autopistas. Ayer más de 5.000 alumnos se quedaron sin hacer su examen de conducir. La primera jornada de huelga de los examinadores, esa especie laboral tan querida por todos, fue demoledora. Más del 90 % de seguimiento. Parece que la van a suspender. Mejor para todos.

Hay gente que lleva gastados cientos de euros en prácticas y matrículas. Podrían quedarse como decía mi abuela: "con el huevo en el culo". Disculpen la expresión, pero es así. Gente ilusionada iba a verse tirada. Parece que no ocurrirá. Todo porque no se cumplía un acuerdo al que se llegó hace un año con los examinadores, después de 6 meses de mortífera huelga, para pagarles un complemento económico. Se aprobó por el Congreso y un año después no se les había pagado. Parece que se va arreglar "in extremis". A alguien le llegó el sentido común.

Los examinadores de tráfico no son santo de mi devoción (seguro que de ustedes tampoco). Tipos distantes y hoscos, que amargaban la vida a la gente y suspendían por auténticas chorradas (seguro que tienen algún recuerdo de ellos). Pero en este caso tenían razón. No es de recibo prometer algo y que pase un año sin cumplirse. A los trabajadores les importa un pimiento el escenario político, los presupuestos prorrogados o las elecciones anticipadas. A los alumnos tampoco. Los acuerdos están para cumplirse y no para limpiarse las posaderas con ellos. Parece que esta vez a alguien se le ha encendido la luz. Menos mal.