El "caso Grúas" está a un paso de su resolución final. La única duda parece temporal: ¿El desbloqueo llegará antes de las campanadas de Año Nuevo o la espera se alargará hasta los carnavales? En medio de esas dos fechas habrá fumata blanca sí o sí. Mientras jueces y fiscales siguen sin encontrar una vía por donde encauzar el asunto, la maquinaria preelectoral ya se mueve a una velocidad de crucero que no aminorará su marcha hasta el primer cuatrimestre de 2019.

El convenio de carreteras sigue abierto. Los de aquí anuncian un nuevo incumplimiento, mientras que los de allí se escudan en un defecto de forma -trabas administrativas mal cerradas, dicen desde el PSOE- que han alimentado un nuevo retraso. Desde Madrid piden paciencia, pero la desconfianza es algo que no se gana con un simple pestañeo. Hace falta una amplia suma de "trampas", perdón, de rodeos, para crear la incertidumbre actual.

Las mismas dudas existen en torno a las promesas verbales -ni una sola plasmada en un folio- que trasladó Pedro Sánchez a sus aliados para propiciar una moción de censura, que desde tierras catalanas se divisó como una esperanza de futuro a la laberíntica aventura en la que se embarcó un independentismo que ahora mira a Eslovenia defraudada. El socialista está plegando velas en las horas más críticas de un proyecto que nació sin contenidos y que está abocado a un desenlace prematuro. ¡La política está revuelta; la calle también!