El silbo gomero se va a enseñar a los niños de primaria y secundaria en los colegios de La Gomera. El silbo no es un espectáculo para turistas. La isla de La Gomera llena de profundos barrancos hacía imposible la comunicación. No había carreteras. El gomero desarrolló un sistema para superarlo y hablar. Y nació el silbo. Hasta no hace mucho el silbo rasgaba al aire al viento. Risco a risco se oía: "Julio, el niño está enfermo, hay que buscar al médico" o "Toño, me nació el chiquillo". Sí, así era.

Yo mismo siendo un pibe en Agulo oí a mi padre, desde nuestra casa, silbar a mi tío Periquín, un pedazo de hombre maravilloso, que ya no está entre nosotros. Iban a pescar y de nuestra casa a la loma del Calvario (más de 300 metros en línea recta) se lo dijeron todo. Quién compraba el cebo, quién llevaba las cañas. Yo estaba asombrado. Era posible. Creo que hasta mi tío Benedicto silbaba con el bajo de sus Bajip de La Gomera. Allá donde estés seguro que sigues haciéndolo silbar. Tu silbo de música siempre nos iluminó.

En una época en la que nuestros jóvenes se mensajean a 5 metros uno del otro, donde ya ni nos hablamos y funcionamos a base de wassaps, es increíble que exista el silbo, el polo opuesto a la era digital. Por eso esta iniciativa de la Consejería de Educación y del Cabildo gomero vale su peso en oro. Enhorabuena.