Menos mal que a alguien, en los Juzgados, se le encendió la luz. Se van a crear espacios para que las víctimas de violencia machista y menores de edad no tengan que coincidir y verle el "careto" al agresor. Ya hay uno en Las Palmas y se crearán dos más en Tenerife y Fuerteventura. Hasta ahí genial, gran noticia, pero ¿qué ocurría hasta ahora?, ¿transitaban por los pasillos a la vista de todo el mundo y con el "mandarria" del maltratador pululando por allí? Quiero creer que no.

Pero creer en un juzgado es difícil a veces. No son precisamente lugares eficientes en proteger identidades. Solo hay que darse una vuelta. Salas, pasillos, todo lleno de empleados y personajes varios, que, papeles en mano, llaman por su nombre a demandantes y demandados. Todo el mundo se entera por qué estás allí. "Claro menganita", se escuchaba el otro día en un juzgado de Las Palmas, a una funcionaria asomándose al pasillo. "¿Tú no sabes que tu exmarido desde Mallorca te denunció por lo penal? Ante la cara de sonrojo de la susodicha y con todo el mundo mirándola. Suele ocurrir.

Miren, habrá de todo, gente discreta, magníficos profesionales? y chillones de pasillo. Pero en temas judiciales, delicados, los chillones no deben existir. Por eso muy buena la iniciativa de crear estos espacios. Llegan tarde, pero nunca es tarde, si la protección es buena.