CD Tenerife

José Miguel Garrido, el inversor que vino al CD Tenerife «a ayudar a un amigo»

Situación muy complicada para el máximo accionista del representativo, que admite la comisión de varios delitos fiscales

José Miguel Garrido, junto a Mauro Pérez y Asier Garitano.

José Miguel Garrido, junto a Mauro Pérez y Asier Garitano. / El Día

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Caída en gracia del hombre que venía "a ayudar a un amigo" a ser presidente. Así se dio a conocer José Miguel Garrido Cristo, inversor madrileño que aterrizó en el CD Tenerife con la compra -en subasta- de un lote de acciones del exvicepresidente del club, Pedro Suárez.

En sus primeras apariciones públicas aseguró que le había llamado Corviniano Clavijo, en su día consejero de la institución, para intentar que pudiese cumplir su sueño de ser presidente.

"A las ciudades se entra por asalto o por asedio", fue una de las declaraciones que marcaron su camino hacia el consejo de administración, al que no entró para evitar que le ocurriese lo mismo que en Albacete o Castellón -otros clubes a los que estuvo vinculado en categoría profesional- y donde acabó señalado por decisiones deportivas controvertidas. Como en el CD Tenerife de esta última temporada, se le reprobó desde la grada por mantener en el cargo a un entrenador: Luis César Sampedro en el equipo manchego y Raúl Guti en el blanquinegro. En el representativo, Asier Garitano.

"¡Garrido, vete ya!", exclamó el Heliodoro Rodríguez al unísono desde todas las gradas con motivo del último partido liguero contra el Real Valladolid. Ahora, su situación es todavía más compleja. Se le señala por defraudar a Hacienda. Segunda ocasión consecutiva en la que un mandamás blanquiazul aparece acuciado por la Justicia: antes fue Miguel Concepción, condenado por el caso Islas y que vendió la mayor parte de sus acciones justamente a Garrido.

Fue en el marco del llamado Pacto de Roma, proceso por el cual también otros accionistas de referencias se encomendaron al madrileño y le cedieron todo el poder en la parcela deportiva. Lo propio hicieron Conrado González o Amid Achi, según cuentan, también para "ayudar a un amigo". En este caso, el expresidente Concepción.

Garrido, que evitó a toda costa ser presidente y abrazó la idea de contar con una figura institucional al mando como la de Paulino Rivero -más embajador que un ejecutivo-, fue igualmente señalado por el dedo del Heliodoro y ahora por el de todo el tinerfeñismo. Situación harto difícil para él; también para quienes le acompañan en el camino.