Opinión | El recorte

El “pajaporte”

La propuesta del Gobierno para limitar el acceso a la pornografía genera dudas sobre su aplicación

La propuesta del Gobierno para limitar el acceso a la pornografía genera dudas sobre su aplicación / AP

Es de agradecer que el Gobierno Peninsular, de vez en cuando, nos haga reír. Que en medio de tantos graves problemas tenga la capacidad de plantear algo tan extremadamente ridículo que nos saque las carcajadas. Ahora le ha tocado a lo que mucha gente llama el “pajaporte”, que es un proyecto perfectamente inútil de control digital de acceso a contenidos pornográficos de producción nacional.

Pese a lo que algunos puedan pensar, la pornografía española no son las retransmisiones de los plenos de las Cortes o las subvenciones y canongías de los partidos políticos, sindicatos, patronales, fundaciones y organizaciones varias. Son contenidos audiovisuales de carácter sexual protagonizados por sudorosos actores porno “made in Spain”. Ha dicho el ministro Escrivá que el departamento de Transformación Digital y de la Función Pública, del que es titular, va a establecer un sistema de control de la mayoría de edad para permitir acceder a páginas porno. Solo a las españolas. Debes acreditar que eres adulto con el DNI y te darán una especie de bono con 30 visitas mensuales. Y tranquilos, que según Escrivá es completamente anónimo. Tan anónimo como la lista de defraudadores fiscales que fueron amnistiados y luego paseados con un capirote por todos los medios del país.

Lo de esta gente no tiene nombre. Cualquier chaval de catorce años es capaz de acceder desde una tablet o un ordenador a cualquier página del mundo, cambiar su localización geográfica o navegar en la web profunda manejando programas que a los mayores nos suenan a chino. ¿Y de verdad creen que los van a controlar?

La España franquista, de sotana y sacristía, perseguía el pecado y la lujuria. O sea, el sexo. Ejercía una férrea e inútil censura que los jóvenes de la época, con muchos menos recursos, se pasaban por el arco del triunfo. Luego la democracia trajo el destape y la libertad sexual. Y ahora, con el tiempo, el péndulo regresa hacia el control del desmadre. Violencia, toda la que quieras, pero el sexo pecaminoso no.

Aunque el “pajaporte” esté condenado a un estrepitoso fracaso y a un olvido similar al del “pasaporte covid”, forma parte del sino de estos tiempos. La Europa de los burócratas está intentando imponer el control digital de los ciudadanos allí donde puede. Poco a poco nos van llevando dócilmente hacia los corrales de un nuevo mundo donde el dinero será virtual y donde tus datos y perfiles biométricos estarán a disposición de los gobiernos que tendrán un control absoluto de por donde te mueves, qué ganas y que gastas. Con la excusa de una falsa seguridad, que en realidad no son capaces de ofrecer, nos van robando cada día mayores espacios de libertad y de intimidad. Nos han llevado a tener una cuenta bancaria, una tarjeta de crédito, un correo digital y un teléfono móvil, que se han convertido en el equipaje esencial de la ciudadanía europea. Ya no nos permiten tener demasiado dinero en efectivo. Ni usarlo para comprar. Y cada día es incluso más difícil retirarlo de esos bancos que se han convertido en colaboradores necesarios y convenientes de los gobiernos. Internet no es su enemiga, es su aliada. Es la red donde atraparán a todos los besugos.

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