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Así es la filosofía sueca que pretende dejar tus pertenencias en orden antes de morir

La preparación ante un fallecimiento requiere no solo una actividad mental sino que se apoya en técnicas más prácticas que ayudan a afrontar este momento

Dos personas van a enramar a sus difuntos en el cementerio de San Juan, en el municipio tinerfeño de La Laguna.

Dos personas van a enramar a sus difuntos en el cementerio de San Juan, en el municipio tinerfeño de La Laguna. / María Pisaca

Enfrentarse a la inevitable llegada de la muerte no es fácil, pero es necesario en muchos casos. "Lo que ocurre es que, en general, no se nos educa para hablar o reflexionar sobre ella", advierte Jonathan Levit, miembro del Grupo de Trabajo de Atención Paliativa del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.

Para no quedar desprevenidos, existe una tendencia sueca denominada "döstädning", que se traduce como "limpieza antes de morir". Esta práctica consiste en dejar en orden nuestras pertenencias antes de fallecer.

Un libro de la escritora Margareta Magnusson ofrece pautas sobre cómo llevar a cabo esta práctica común en Suecia. El dödstädning implica seleccionar nuestras pertenencias más esenciales y deshacerse de todo lo demás, con el fin de facilitar el duelo de nuestros allegados una vez que hayamos fallecido.

Según Margareta Magnusson, los cincuenta son la edad adecuada para comenzar este proceso. A esa edad, estamos en buena forma física y mental, y aún no tenemos el final tan cercano como para que nos espante.

Por su parte, el psicólogo Jonathan Levit cree que cualquier momento es bueno, dado nuestro consumismo creciente. Sin embargo, es importante que nuestro bienestar físico y mental esté asegurado: si acabamos de recibir un diagnóstico desfavorable, lo primero es cuidarnos y recuperarnos.

Pautas

Este proceso se puede hacer acompañado de nuestros seres más queridos, e incluso puede resultar muy enriquecedor para hijos y nietos, ya que es tiempo compartido contando historias que, tal vez, no se habían tenido la oportunidad de relatar antes. No obstante, como bien apunta Levit, es un ejercicio y un proceso que no se trata de hacer todo en un día. Hay que ir por partes y con tiempo.

Magnusson aconseja empezar por el armario, donde a menudo guardamos muchas cosas que ya no usamos y que no son más que ropa acumulada. Luego, seguir con los documentos y las fotos.

En cuanto a los muebles, podemos venderlos o donarlos a una ONG. Lo más importante, sugiere la escritora, es que el proceso sea agradable: "Nos deberá servir para darnos cuenta de todo lo que hemos amado, vivido y disfrutado en la vida".

"Hay gente con miedo a la muerte, pero más que a morir, temen cómo quedarán las cosas cuando ellos no estén y el sufrimiento de sus familiares más cercanos. Así que, qué mejor regalo les podemos hacer que facilitarles ese duelo", anima Levit, quien dirige la Escuela de Cuidadores de la Fundación La Caixa, un programa de voluntariado que ofrece atención psicosocial y espiritual a personas que se enfrentan al final de la vida.

Sin embargo, el dödstädning no es solo un regalo para los allegados; también es un ejercicio muy positivo para quienes ven su final cerca. "Es un ritual en el que tomamos conciencia de los objetos que nos rodean, los situamos, los resignificamos y nos despedimos de los que no necesitamos", agrega el experto.