Opinión | A babor

Francisco Pomares

Peregrinaje por el Congreso

MADRID, 26/06/2024.- El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres (3I), y el presidente de Canarias, Fernando Clavijo (4i), durante la reunión mantenida con el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López (2d) dentro de la ronda de reuniones con los grupos parlamentarios para informar sobre el acuerdo de modificación legislativa para la distribución de menores migrantes no acompañados entre comunidades autónomas, este miércoles en Madrid. EFE/ Fernando Villar /POOL

MADRID, 26/06/2024.- El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres (3I), y el presidente de Canarias, Fernando Clavijo (4i), durante la reunión mantenida con el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López (2d) dentro de la ronda de reuniones con los grupos parlamentarios para informar sobre el acuerdo de modificación legislativa para la distribución de menores migrantes no acompañados entre comunidades autónomas, este miércoles en Madrid. EFE/ Fernando Villar /POOL / FERNANDO VILLAR

Los datos son abrumadores. Desde que empezó este año, Canarias ha recibido a 2.758 menores llegados por la ruta del Atlántico jugándose la vida. Una media de 15 chicos al día. Sumados a los que ya hay en las Islas por haber llegado en años anteriores, la cifra total es de 5.600 menores inmigrantes que el Gobierno regional mantiene bajo tutela, en cumplimiento de la Ley de Extranjería. Los menores llegados a Canarias este año suponen algo más del el 14 por ciento de los 19.000 inmigrantes rescatados en las cercanías de Canarias este año. Un menor por cada siete adultos. Las ONG que vigilan la presencia de personas dispuestas a embarcar frente a nuestras costas con destino a las Islas, han informado de que sólo en Mauritania esperan alrededor de cien mil personas, lo que podría llegar a suponer que alrededor de 14.000 menores intentaran saltar este año a las islas, sólo desde las costas mauritanas. Se trata de una cifra absolutamente ingobernable, que podría suponer duplicar el número de niños y jóvenes que hoy atiende con enorme dificultad la Consejería de Bienestar Social del Gobierno regional.

Mientras los responsables de hacer frente a la situación de colapso que se produciría si se cumplen las previsiones tiemplan gaitas, las dos Cámaras del Parlamento español han representado sus particulares teatrillos. En el Congreso, Fernando Clavijo y Ángel Víctor Torres acabaron ayer de reunirse con los grupos parlamentarios, en lo que podría definirse como una de las citas políticas más chocantes y difíciles de describir y explicar de lo que va de legislatura. Clavijo lleva un par de días en Madrid haciendo un trabajo que quizá le honra, pero que no le corresponde hacer en absoluto, que es el de negociar con los grupos parlamentarios –con todos ellos– el apoyo a la propuesta aún no conocida del Gobierno de España, que carece al parecer de los apoyos necesarios para ser aprobada. Ángel Víctor Torres pidió acompañar a Clavijo en estas reuniones con los grupos parlamentarios del Congreso, haciendo que los encuentros resulten aún más chiripitiflaúticos, porque mientras el presidente y el ministro explican la urgencia de atender la situación de colapso en las islas, en el Senado el PSOE se niega a apoyar la declaración de emergencia migratoria solicitada por el PP y Coalición. El portavoz del PP, Sergio Ramos, denunció ayer la paradoja de que Torres se dedique al peregrinaje con Clavijo por los grupos parlamentarios, mientras el PSOE se opone en el Senado a la enmienda presentada por el PP, negándose a la declaración de emergencia en materia migratoria. También el senador de Coalición, Pedro San Ginés, ha insistido en la necesidad de que el PSOE apoye la declaración de emergencia, para poder acceder –entre otras cosas– al uso de las instalaciones militares reiteradamente solicitadas por el Gobierno de Canarias, y a cuya cesión se opone tajantemente el Ministerio de Defensa. Cuando haya miles de críos tirados por las calles de los pueblos y ciudades de las islas, a lo mejor reconsideran el asunto. En fin.

Así, mientras en el Senado el PSOE se cierra en banda, Clavijo y Torres siguen intentando convencer a los grupos parlamentarios y lograr su apoyo para una modificación propuesta por el Gobierno Sánchez sin consultarla ni con la oposición ni con sus socios. Clavijo es un tipo optimista y está convencido de que todo le va a salir bien, pero lo cierto es que el PSOE sigue sin presentar ficha financiera, y el anteproyecto se limita a reiterar que habrá “recursos suficientes”. ¿Suficientes a juicio de quién?, hay que preguntarse. Y también habría que preguntarse qué impide al PSOE aclarar definitivamente si la modificación se hará por la vía rápida –decreto– o por la lenta –proposición de Ley–, y si los socios que apoyan al Gobierno apoyaran también al Gobierno en la propuesta. Porque después de dos días de paseo por los pasillos del Congreso, aunque se han producido buenas palabras y muchas sonrisas y tal, nadie ha aclarado definitivamente si sí o si no. Todos se guardan el as definitivo en la manga, a la espera de que haya acuerdo región a región, que es de lo que nadie parece estarse ocupando.

Clavijo y Torres han hecho una apuesta personal en este asunto. Si al final se aprueba una norma legal con ficha financiera que ampare el traslado, todo el mundo (menos Vox, supongo) aplaudirá su esfuerzo. Pero si no ocurre así, nadie va a entender que dos canarios –uno presidente del Gobierno y otro ministro– hayan tenido que entrar a negociar directamente algo que debería estar negociando el Gobierno de la Nación, que es quien trae la reforma de la Ley de Extranjería a las Cortes. Estas nuevas formas de hacer política asumiendo un papel negociador y una responsabilidad que no te corresponde, me tiene bastante desconcertado. Espero que al final sea para bien. Pero no puedo dejar de tener dudas sobre este absurdo formato.

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