Opinión | A babor

El spot de la impostura

Campaña de abonos del CD Tenerife temporada 2024/2025

Campaña de abonos del CD Tenerife temporada 2024/2025 / CDT

Ni en sus peores momentos siendo presidente del Gobierno tuvo Paulino Rivero que soportar nunca un ridículo como el del patético spot de la campaña de abonos del CD Tenerife. No suelo ocuparme de asuntos futboleros, porque no entiendo absolutamente nada del asunto. Pero este anuncio insoportablemente malo, que lleva ya un millar de comentarios negativos en redes, es capaz de inspirar a cualquiera.

Les supongo informados de que va la peli del spot: se trata de una boda con novio abandonado. La novia renuncia a casarse en el último minuto porque su pareja lleva en la muñeca una pulsera de plástico con los colores amarillo y azul, y la leyenda PIO-PIO. [Luego resulta que el novio es canarión, qué horror]. La novia abandona la ceremonia corriendo para encontrarse con una colega tatuada en el hombro con el escudo del Tenerife, a la que besa inopinada y apasionadamente. [Luego resulta que la novia se siente atraída por las mujeres, qué cosa].

Y ahí radica todo el secreto del spot, toda su imaginación y valor, el mcguffin, la excusa argumental que motiva el comportamiento de los personajes y al desarrollo de la historia, y que en realidad carece de relevancia alguna, más allá de la aparente contradicción de que una señora a la que le atraen las mujeres empiece la historia queriendo casarse con un maromo. En realidad, el spot es de un casposo que aturde, se sostiene en una semiótica oculta, un lenguaje secreto, que afirma que para alguien con corazón tiñerfeño un canarión es peor que una bollera, da grima. Y aunque es spot sea malo malísimo –puro estilo remordimiento–, parece que vayamos a cometer un pecado si lo decimos, porque se nos pueden ofender las lesbianas, el sindicato de creadores LGTBIQ+, o las monjitas del convento sublevado. Y si lo del canarión es la clave de todo el invento, lo del beso final es la impostura, una concesión woke a la falta de talento, un escudo contra las críticas.

Paulino explicó en la rueda de prensa en la que presentó tamaño desaguisado, que se trata de “un spot valiente”, y que su objetivo es el de “buscar la notoriedad”. Sinceramente, resulta todo muy pueblerino. No sé yo que notoriedad espera conseguir Paulino a estas alturas por usar una foto de dos señoras besándose, que es la ‘escandalosa’ imagen sobre la que se construye la presentación estática de la campaña. En cuanto a la consideración de campaña valiente, tampoco se me ocurre qué tienen de valiente la estupidez y la mediocridad, la pésima interpretación, una dirección de actores adolescente, un guion chapucero con el mismo sentido del humor que un agujero en el zapato, y una realización tan torpe, confusa y falta gracia, que parece hecha con inteligencia artificial. Valiente seria que Paulino hubiera denunciado en su momento los tejemanejes de su jefe Garrido, pero tampoco es cosa de pedirle a nadie que se juegue sus garbanzos. Valiente sería dirigirse a los aficionados explicando cual es la situación del Club, y que, para recuperar el norte, se necesita del apoyo de todos los tinerfeñistas. Mezclar en el mismo caldero el desprecio por lo canarión y una gracieta mal hilvanada, no es valiente, ni arriesgado, ni provocador sólo por incorporar un guiño homosexual. Es justo lo contrario: es moverse entre los recursos del populismo y los del pensamiento políticamente correcto. Lo que sale de la olla es un guiso indigerible. Este spot es lo que –cuando no resultaba indecoroso llamar a las cosas por su nombre–, calificábamos como una cagada. No nos habla de fútbol, ni de sentimientos, ni de amor eterno por el equipo. Revela la obsesión enfermiza con el pleito que algunos consideran la esencia del ser tinerfeño y su única defensa frente a una experiencia deportiva que hace aguas desde años atrás, mal dirigida, peor entrenada. y gobernada por una panda de desalmados que usan el futbol para seguir en el machito.

En fin: ya me arrepiento de haberle dedicado tanto tiempo y espacio a esta memez. Pero es que a veces conviene ser directo y decir sin rodeos lo que uno piensa: que estamos hartos del ruido inútil y la impostura, que hay que centrarse en lo que es importante y valioso, en este caso lo que puede llegar a aportar la experiencia de sentirse parte de un equipo, el sentido de pertenencia e identidad, la belleza y la pasión de compartir colores, y los sentimientos que inspira seguir los éxitos y fracasos de un club. Crear comunidad, hacer patria. La asignatura pendiente estos últimos años, en los que la política y el mamoneo de cuatro mangantes se han apoderado del Club.

El spot de esta campaña es tan ridículo que hasta da lástima. Deberían retirarlo. O prestárselo a la Unión Deportiva. A juzgar por los comentarios en las redes –y son miles ya– en las Palmas no sólo están encantados con la proeza creativa del amor eterno, sino que han sabido encontrarle al asunto su lado comercial. Han encargado ya las pulseritas PIO-PIO. En unas semanas serán de uso obligado para todos los aficionados. Creo que Ramírez está pensando en regalárselas a todos los que se abonen allá.

Suscríbete para seguir leyendo