Opinión | El recorte

Se arreglará

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo y el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo y el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. / EFE

Los detalles de la turné del presidente de Canarias en Madrid son casi tan relevantes como el contenido mismo de las negociaciones. La más divertida de las reuniones fue, seguramente, la que Clavijo sostuvo con Miguel Tellado, el portavoz de los populares que ofició de gallego. Para empezar porque preguntó en calidad de qué estaba en la reunión un ministro del Gobierno, el canario Ángel Víctor Torres, que no tenía competencias en migración ni en menores. No fue el único viaje que le soltó a lo largo del tiempo en que estuvieron hablando.

El PP tiene que salvar el escollo de Vox en las comunidades donde cogobierna. Los de Abascal no están dispuestos a recibir unos niños migrantes que, en su opinión, deben ser repatriados con sus familias. Las leyes que protegen a los menores en España impide cualquier otra cosa que no sea asumir su tutela. Pero los de Vox consideran que la migración ilegal es una invasión. Algún alto cargo canario del partido de Abascal ha defendido que si Canarias se tiene que convertir en el frente que contenga la oleada de migrantes ilegales, que así sea, porque ellos están dispuestos a resistir valientemente. O sea, el Alcázar no se rendirá y todo eso.

Los diputados canarios del PP están sudando tinta china. Porque si finalmente el PP decide no apoyar el reparto de menores por toda España, el papelón que les va a tocar no es ni normal. Tendrán que elegir entre representar los intereses de los canarios que les votaron o acatar las órdenes de la jefatura del partido. O sea, entre la espada y la pared.

El Gobierno peninsulero ha jugado bien sus cartas intentando quemar mediáticamente a la oposición, haciéndola culpable de algo que no es su responsabilidad. Después de jugar al despiste ha anunciado que habrá ficha financiera, que fue lo primero que pidieron las comunidades para justificar que no estaban dispuestas a recibir menores si Moncloa no apoquinaba perras. Ya no hay donde retroceder.

Lo más divertido, según cuentan, fue la reunión con Junts, el partido conservador catalán que forma parte del bloque de mayoría de Pedro Sánchez. Se sentaron, escucharon los argumentos que dio Clavijo y se mostraron completamente de acuerdo con los términos de una propuesta que les parecía muy razonable. Pero al presidente canario y al ministro de día acompañante se les congeló la sonrisa cuando la representante de Junts les dijo que ellos estaban dispuestos a firmar el acuerdo siempre y cuando se añadiera una cláusula en la que quedara claramente expresado que Cataluña quedaba excluida en el reparto. Porque, vamos a ver, es un problema de España ¿no? Así que es normal que los catalanes no tengan nada que ver.

En fin. Ahora resulta que el asunto se posterga a una cumbre autonómica que se celebrará en Canarias donde igual no viene Cataluña. Pero tengo confianza en el futuro. Si no hacen nada, si siguen mareando la perdiz y se produce una llegada masiva de menores y mayores a Canarias, la cuestión migratoria le va a explotar al Gobierno peninsular en los bajos. Y entonces, solo entonces, se arreglará. Como se hace todo en este país, experto en llevar cebada al rabo cuando el burro ya está difunto.

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