Opinión | A babor

El avispero francés

French President Macron votes in snap parliamentary elections

French President Macron votes in snap parliamentary elections / YARA NARDI / POOL

Nunca antes, desde el inicio de la Quinta República, la ultraderecha francesa había logrado ser primera fuerza en la primera vuelta de unas legislativas. Las estimaciones atribuyen al partido de Marine Le Pen –Reagrupamiento Nacional- el 34 por ciento de los votos, un resultado mejor incluso que el de las europeas –donde la ultraderecha se colocó en el 31 por ciento- gracias a la alianza cerrada con Les Republicains de Eric Ciotti. Los resultados suponen situarse cerca del doble de los votos logrados en las legislativas de hace dos años.

Lo más llamativo no es el avance ya previsto de la ultraderecha en su pacto con la derecha tradicional, sino la caída en picado del partido centrista de Emmanuel Macron, actualmente en el poder, que pasa a convertirse en tercera fuerza política, con un 20 por ciento de los votos, ocho puntos por debajo de la izquierda. La apuesta de Macron tras las elecciones Europeas por seguir controlando la agenda política del país desde la presidencia de la República, parece no haberle funcionado como esperaba, aunque los resultados han sido algo menos malos de los que preveían las encuestas, probablemente porque el pacto del republicano Ciotti con Le Pen no ha gustado a los votantes republicanos, y algunos habrían decidido pasarse a las candidaturas de Macron.

La coalición de partidos de izquierda, mejoró consistentemente sus resultados, con un 28 por ciento, en unas elecciones con una altísima participación, y marcadas por una fuerte confrontación entre la ultraderecha y la izquierda melenchonista, que ha alterado el mapa político tradicional, provocando la pérdida de peso político de las fuerzas centristas y corrimientos extremos. En las pasadas elecciones legislativas, los dos principales partidos se situaron en cifras muy parecidas: la coalición presidencial de Macrón logró un 25,7 de los votos en la primera vuelta –un cinco por ciento más que ahora-, la de izquierdas tuvieron un 25,6 –un cinco por ciento menos- frente al partido de Le Pen, con tan solo el 18,68 de los votos.

Con estos resultados y con una clase política centrada en sus propios problemas y no en los del país, el bloqueo constante de la política francesa ha provocado un crecimiento extraordinario de la ultraderecha. Hasta el extremo de que si en la segunda vuelta del próximo domingo se produce una ligera mejoría del candidato lepenista, Jordan Bardella, se logrará la mayoría absoluta y habrá gobierno de la ultraderecha.

El sistema francés a dos vueltas tiene características diferentes al nuestro, y concentra el voto de los electores en segunda vuelta. en muchos casos para evitar que gobierne quien está más en las antípodas de la propia ideología. Las propuestas extremadamente izquierdistas de los partidos del Nuevo Frente Popular de Melenchón, pueden provocar que parte de los votantes moderados más conservadores voten Reagrupamiento Nacional, el mejor situado hoy para forzar la cohabitación de Bardella con los últimos años de la Presidencia de Macron. Consciente de que la concentración del voto conservador en la ultraderecha, Melenchón pidió tras conocerse los primeros pronósticos –que en Francia suelen ser bastante fiables- que sus candidatos con menos posibilidades renuncien a favor de los candidatos de Macron mejor colocados. En otras ocasiones, ha hecho justo lo contrario, y el mensaje tiene algo de tramposo: un porcentaje nada despreciable de los votantes de izquierdas han preferido votar en otras ocasiones al lepenismo antes que hacerlo a Macron. De hecho, Melenchón dejó a sus votantes libertad de voto en la segunda vuelta de las legislativas de 2022, una decisión que rompía con la tradición política francesa de aislar a la ultraderecha. En esta ocasión, la situación es distinta, porque son muchos más los candidatos de Melenchón mejor situados que los de Macron. Y de alguna forma lo que pide que hagan los suyos es lo que de hecho espera que hagan los otros.

Ocurra lo que ocurra el próximo domingo, Reagrupamiento será la primera fuerza política francesa, la que controle y domine una Asamblea en la que la izquierda ha rechazado estos años cualquier entendimiento con el centro, provocando una gran polarización. Pero también es posible que la ultraderecha no logre los 289 diputados necesarios para gobernar –ya ha anunciado que sólo asumirá el Gobierno si puede aplicar su programa- y que Emmanuel Macron opte por un gobierno de concentración, muy difícil de articular, dado que es improbable una alianza operativa entre macronianos y frentepopulistas.

La posibilidad de una mayoría de la ultraderecha –incluso en un país donde la Jefatura del Estado tiene muchísimo más poder que en el nuestro- abre la puerta a cambios en la política internacional francesa, y una etapa de serias dificultades en el proyecto de construcción europea.

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