Opinión | A BABOR

El acoso

Algunos periodistas le han dado especial importancia al acoso, por atribuirse a alguien que tiene fama de actuar con cierto autoritarismo y desprecio al criterio o las opiniones de los demás. Pero es un error considerar esto un caso de acoso o mobbing en el sentido clásico.

Ángel Víctor Torres y Teresa Cruz en un Consejo de Gobierno en 2020

Ángel Víctor Torres y Teresa Cruz en un Consejo de Gobierno en 2020 / LP/DLP

La socialista Teresa Cruz Oval, primera consejera de Sanidad del Pacto de las Flores, se despachó ayer realmente a gusto en Radio Club Tenerife, poniendo a Román Rodríguez mismamente a caer de un burro. Ya la lío la pasada semana, durante su comparecencia ante la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado, a la que compareció para informar de su etapa como consejera, y dejó caer alguna insinuación sobre el entonces todopoderoso vicepresidente y consejero de Hacienda, sin citarlo directamente. Ayer debió sentirse más cómoda, porque acusó a Román esta vez identificándolo claramente por su nombre y apellidos- de haberla acosado: “Fui su obsesión, estar a su lado era una tortura, desde el minuto número uno, no me dio tregua…”

La entonces consejera entró en el Gobierno a propuesta de los socialistas de Tenerife, y su salida en plena crisis del Covid, fue muy mal aceptada por la organización tinerfeña. Es cierto que el estallido de la pandemia cogió a la consejera completamente desprevenida –como a todos-, por lo que recibió críticas y contestación interna que provocaron que su desempeño en aquellos días no fuera muy lucido. Con lo que ha contado ahora, uno tiene la impresión de que parte del malestar contra ella de algunas organizaciones médicas y sindicales pudo ser inducido. Teresa Cruz mantuvo una clara posición de defensa de la Sanidad pública, y se destacó por ser muy estricta en la política de compras de la Consejería, que ya apuntaba en dirección al absoluto caos que trajo la pandemia. La ex consejera considera que fue perseguida sin motivo, y que sufrió una operación de “acoso y derribo” cuyo objetivo principal era doble: deteriorar su capacidad de resistencia y convencer al presidente, Ángel Víctor Torres, de que lo mejor era sacarla del Gobierno. Participar del control de la Consejería de Sanidad, a través de personas interpuestas, siempre fue clave para Román Rodríguez, que inició su carrera como político de gobierno como director del Servicio Canario de Salud -la empresa responsable de todas las compras sanitarias- de donde saltó a la presidencia regional, aupado por Lorenzo Olarte y Julio Bonis.

Conocedor de la importancia de controlar Sanidad, especialmente en un momento en el que todo pasaba por ella, incluyendo un aumento exponencial de sus ingresos y compras, Román Rodríguez hizo todo lo posible por quitarse a Cruz de encima. La estrategia de desgaste personal fue –al decir de la ex consejera- extraordinariamente agresiva: “Me hizo sentir que era una okupa en el Gobierno”. Cruz reconoció ayer en antena que si las situaciones que ella soportó en el Consejo se hubieran producido en el ámbito privado o empresarial, habrían sido sin duda contestadas con “una denuncia”, porque el acoso sufrido “era continuado en el tiempo”, y se producía acompañado por comportamientos machistas: “A su lado sentí que [Román Rodríguez] era una persona machista, como mujer me sentí un florero, que era lo que quería al final para la Consejería”.

La tesis de Cruz es que Román trabajó para convencer a Ángel Víctor Torres para que la cesara. Si hubiera sido así, tuvo éxito: la consejera fue provisionalmente sustituida por Julio Pérez. Duró en su puesto apenas ocho meses, y tuvo que dejar el cargo en el mes de marzo de 2019. Cruz no recibió jamás una explicación de los motivos de su cese al inicio de la pandemia, como ya recordó en sus declaraciones en la Comisión de Investigación senatorial.

Algunos periodistas le han dado especial importancia al acoso, por atribuirse a alguien que tiene fama de actuar con cierto autoritarismo y desprecio al criterio o las opiniones de los demás. Pero es un error considerar esto un caso de acoso o mobbing en el sentido clásico. Lo que se produjo durante aquéllos meses y se materializó con la llegada de la pandemia fue una cruenta pelea por controlar poder en el entorno de la Consejería, y especialmente en el Comité del Covid, en el que Román logró colocar a uno de sus más hábiles hombres de confianza, José Julián Ysturiz, uno de los mayores expertos en contratación, seguridad y emergencias del país, al que Román intento colocar sin éxito al frente del Servicio Canario de Salud.

La respuesta de Román a las declaraciones de Cruz no se ha hecho esperar. Imitando el formato puesto de moda por Sánchez, Román ha escrito una carta dirigida a los medios de comunicación y los periodistas de Canarias, en la que niega haber tenido nada que ver con el cese y recuerda que las destituciones son competencia exclusiva del Presidente. Por supuesto, nadie discute esa formalidad. Pero eso no impide que se pueda presionar lo indecible para lograr que alguien sea apartado de su cargo, que es lo que Cruz Oval le acusa de haber hecho. Para completar la faena, Román –pareciera que le ha picado un alacrán- Román anuncia con una fórmula bastante confusa e imprecisa que ha tomado “la decisión de valorar las posibles consecuencias jurídicas en la defensa de mis derechos”. Seguro que Cruz estará temblando…

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