Entrevista | Borso Tall Periodista senegalesa

Borso Tall: «Frenar la migración depende del nuevo Gobierno senegalés y no será rápido»

Borso Tall, periodista senegalesa, participa en la conferencia organizada por Casa África: ‘Cambio político histórico en Senegal: ¿y ahora qué?’

Tall alaba la madurez democrática del país, porque la población supo entender que su fuerza como sociedad radica en las papeletas que depositan en las urnas

La periodista senegalesa Borso Tall, en Casa África.

La periodista senegalesa Borso Tall, en Casa África. / José Pérez Curbelo

¿Qué supone para Senegal la transición política entre Macky Sall y Bassirou Diomaye Faye?

Un cambio implica perturbación, pero ha habido una transición pacífica. Nuestra Constitución recoge que un presidente solo puede estar en el poder durante un máximo de dos mandatos y la población ha luchado para proteger la Constitución. Desgraciadamente, en el último proceso electoral murieron al menos 60 personas, hubo muchos heridos y muchas detenciones arbitrarias, pero se ha respetado la Constitución. Ahora los senegaleses pueden respirar. Están contentos por haber logrado aquello por lo que lucharon. Los senegaleses saben que la violencia no es la respuesta y que el poder lo tienen en las urnas.

¿Cómo ha impactado el cambio político en la población?

Durante el último año he cruzado el país dos o tres veces para escucha a la gente y entender sus preocupaciones. Lo que más querían era conservar la tradición de los dos mandatos y mantener la última palabra. La democracia es el poder del pueblo y no pueden imponerte un liderazgo. Esta es la primera vez en la historia del país que un candidato gana la presidencia en la primera ronda de las votaciones.

El camino para lograr el cambio no fue fácil. ¿La madurez democrática que ha demostrado Senegal se puede contagiar a otros países de la región?

Senegal siempre ha sido la vitrina de la democracia en África Occidental. Todos los países africanos que lo rodean lo ven como un ejemplo. Ven a Senegal como un país que puede ayudar a moderar y a mediar cuando hay un conflicto en la región. Una de las reuniones clave que llevó a la libertad de Mandela se organizó en Senegal y cuando se produjo el caos de Ruanda, Senegal fue clave para ayudar a la liberación de los tutsis. Senegal es un país muy pequeño, con 18 millones de habitantes, pero bastante ejemplar. El presidente Bassirou Diomaye Faye hizo su primera visita internacional a Mauritania, porque es un país hermano, y rompió la tradición de hacer la primera visita a Francia. Sus próximas salidas serán a Gambia y Guinea. Quiere abrirse a los países cercanos, pero no a aquellos donde actualmente hay un régimen militar.

¿Qué hizo triunfar al equipo formado por Faye y Ousmane Sonko?

La injusticia. A los senegaleses no les gusta la injusticia. Creo que Macky Sall no aprendió la lección de Abdoulaye Wade [presidente de Senegal entre 2000 y 2012]. Después de dos mandatos, Wade intentó bloquear a Sall, y ahora Sall intentó hacer lo mismo, encarcelando a Sonko. En todo eso subyace la injusticia y dos años de lucha judicial. Ahora hablamos del equipo Faye-Sonko, porque Faye fagocitó el objetivo, el proyecto, la visión de Senegal y de África de Sonko y consiguió que la gente lo aceptara como alternativa. 

¿Qué propuestas para el país incluía el programa electoral del partido Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (PASTEF), al que pertenecen Faye y Sonko? ¿Las podrán cumplir?

El proyecto tiene algunos elementos clave y dos de ellos me hacen reír un poco. El primero es la abolición del Franco CFA, que es una herencia colonial. Pero no es posible quitarlo y poner otra cosa, así sin más. Estamos en un mundo con relaciones internacionales. Hay que ver cómo reformarlo para llegar a una relación más beneficiosa para Senegal, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y el resto del mundo. Ahora tienen que hacer el trabajo de explicar a la población que la idea no es hacer un cambio de moneda radical y tienen que hacerlo de forma que la gente lo entienda. El segundo punto que me hace reír es sobre las mujeres. Anunciaron un permiso de maternidad de seis meses, lo que beneficia a las mujeres que trabajan en una oficina quienes, al menos, tienen un sueldo. Pero cuando hablamos de que se necesitan ayudas a la maternidad, hablamos de las mujeres rurales, de las que trabajan la tierra. En el aspecto social, las mujeres senegalesas hemos trabajado mucho para que se cumplan ciertos derechos, que todavía no se han logrado. Necesitamos ver el impacto del liderazgo femenino en todas las instancias de toma de decisiones.

¿Cómo se plantea el nuevo Gobierno las relaciones con Francia y con Europa?

Tendrá que prevalecer la diplomacia. La postura más radical contra Francia la mantienen en países como Malí, Burkina Faso o Níger, aunque ya hay cierto eco en Senegal. El país tiene una cultura de diálogo muy fuerte, de sentarnos a hablar y encontrar soluciones. Lo que el Gobierno pide es una conversación, en la que haya entendimiento y todos ganen. Creo que eso es lo que la gente espera, no un cambio tan drástico. Ahora Faye y Sonko ya no son candidatos, se encuentran en un contexto muy diferente y hay relaciones internacionales por medio.

¿Este cambio político es también un punto de inflexión para la crisis migratoria?

Después de las elecciones vi un comentario en redes sociales, que era en tono de broma, que decía que había recibido una llamada de alguien que organizaba un viaje para salir del país y que había contestado que no, que ya no se quería marchar porque el presidente había cambiado. Esto explica que durante los dos últimos años miles de personas han huido del país debido a la incertidumbre política y económica, al desempleo y a la falta de comida. He visitado muchas veces las zonas costeras de Senegal desde donde salen los migrantes. La mayoría dicen lo mismo: estamos cansados del país, no hay salida, los negocios no funcionan, los pueblos se vacían... Hace unas semanas estuve en Fass Boye hablando con los pescadores y perdieron a 200 personas un día. La migración es un problema real, que lleva muchos años ahí y no tiene una solución inmediata. Ahora, Senegal está en reposo, es un momento de descanso después de años de estrés e incertidumbre, pero frenar la migración depende del impacto del nuevo Gobierno y no será algo rápido. 

¿Cómo se habla de la emigración en las calles de Senegal?

Solo hablan de eso una vez que la persona se va, porque es un tema tabú. Se supone que no debes saber que tu amigo planea irse porque es ilegal y no debes anunciarlo porque pueden avisar a la policía. 

¿El nuevo Gobierno tiene algún plan para frenar a los jóvenes que quieren salir del país?

Senegal lleva años colaborando con España para ello. Se han hecho esfuerzos, pero no se puede detener a las personas que no están dispuestas a quedarse en el país. He conocido a gente que lo ha intentado cuatro o cinco veces. Se irán, no lo conseguirán, volverán, esperarán un poco y volverán a intentarlo. Conocen las mejores épocas para iniciar el viaje y los momentos del año que son más peligrosos. Algunas veces zarpan y tienen que volver a tierra por el mal tiempo, trabajan un poco para ganar algo de dinero y lo vuelven a intentar. Muchas mujeres jóvenes se ven obligadas a prostituirse para ganar dinero y tener una nueva oportunidad de subir a un cayuco. No hay nada que detenga a los jóvenes que quieren salir del país, lo intentarán hasta que mueran. Un factor que influye es que las personas que viven aquí, cuando regresan a casa después de un tiempo, vuelven con mucho dinero ahorrado. Llegan con trajes nuevos, un estilo de vida nuevo... Muchos terminan de construir las casas de sus familias. Eso hace que otros quieran intentarlo. No los detiene la política o la colaboración internacional, lo único que les frena es la muerte. 

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