Entrevista | Faustino Redondo Responsable de la Unidad de Coordinación Operativa y Asistencial del SUC en Santa Cruz de Tenerife

«Atender migrantes cada día supone un fuerte desgaste físico y emocional»

Faustino Redondo, responsable de la Unidad de Coordinación Operativa y Asistencial del Servicio Canario de Urgencia (SUC) en Santa Cruz de Tenerife, lleva casi dos décadas atendiendo a migrantes en las playas y los muelles del Archipiélago. Redondo destaca el esfuerzo que hace la plantilla del SUC en El Hierro, donde han recibido este año a más de 10.000 migrantes que han arribado a la isla de forma irregular.

Faustino Redondo, en la sala del 112, en Santa Cruz de Tenerife.

Faustino Redondo, en la sala del 112, en Santa Cruz de Tenerife. / Andrés Gutiérrez

¿Cómo es la atención médica que reciben los migrantes al llegar a Canarias? 

Cuando desembarcan lo primero que reciben es asistencia humanitaria por parte del equipo de Cruz Roja. Ellos hacen una primera valoración para ver si caminan, hablan y tienen un buen estado general. Si hay sospecha de que no es así, los explora el personal médico desplazado al muelle. Ellos les hacen pruebas para medir la glucemia, la tensión y los rehidratan. Si la recuperación no es completa, se les desplaza hasta un hospital para hacerles un examen más completo. En el caso de que los hospitales de las islas no capitalinas se vean sobrepasados por la gravedad de una patología, se activan los helicópteros, que están operativos las 24 horas del día, para derivarlos a los hospitales de tercer nivel en Tenerife o en Gran Canaria.

¿Cuántas personas del Servicio de Urgencias Canario (SUC) participan en una intervención?

Depende de la situación en la que se encuentren los migrantes. Si llevan poco tiempo de navegación y vienen bien, solo se desplaza el coordinador y el personal de atención primaria. Pero si viene gente que se encuentra en mal estado o hay algún fallecido en la barquilla, que es síntoma de que llevan muchos días en alta mar, se suma un médico, un enfermero, nuestro gestor de coordinación, dos técnicos de la ambulancia básica y otras dos personas más de la ambulancia medicalizada. Hasta una decena de profesionales pueden actuar en una sola intervención.

¿Cómo afecta la exposición prolongada al mar y a las condiciones adversas durante el viaje en patera a la salud de los migrantes? ¿Qué secuelas físicas les pueden quedar a la larga?

El problema más habitual es la deshidratación. Cuando se les acaba el agua consumen agua de mar y eso agrava la situación. Pueden estar hasta cinco días sin agua, pero si se pierden y pasan más días de navegación sufren una deshidratación severa, que pude derivar en un fallo renal o multiorgánico. También llegan con traumatismos, quemaduras o erosiones en la piel por el roce con la madera. El pie de patera es otra patología habitual, que se produce por una deshidratación de la piel. Genera pequeñas úlceras que se infectan y se extiende de los tobillos hacia arriba. Es una infección grave y si tienen una enfermedad de base como la diabetes agrava mucho la evolución porque la infección avanza muy rápidamente y hay casos en los que hay que amputar la pierna afectada. La ruta canaria es la que más incidencia del pie de patera registra, pues en el Mediterráneo la travesía es más corta y no llega a producirse. Los migrantes tienen a su favor que normalmente son personas con unas condiciones físicas envidiables. Son gente muy atlética que aguanta mucho más una persona de edad avanzada, que probablemente ni llegaría viva a puerto.

¿Cómo se maneja una situación tan grave como la del cayuco volcado con nueve supervivientes que fue localizado la semana pasada cerca de El Hierro?

Tuvimos constancia a través de Salvamento Marítimo de que la situación era grave, porque desde el helicóptero reconocieron el cayuco y vieron a los nueve supervivientes. Se entendía que iban a llegar con una gravedad intensa, porque había muchos desaparecidos pero, curiosamente, los nueve llegaron en un estado general bastante aceptable para el desastre que sufrió el resto de los ocupantes. Aun así, aunque parecía que aparentemente estaba bien, se les trasladó al hospital para hacerles una evaluación completa.

¿Cuáles son los principales obstáculos en la atención médica a los migrantes recién llegados?

Muchos llegan a tierra aterrorizados, por la incertidumbre de no saber lo que les va a pasar. Si están detenidos, si les van a deportar, si dicen la edad que tienen o si son de una nacionalidad. Y si vienen con niños creen que se los van a quitar. Ellos entienden que llegan a un medio hostil. Primero hay que vencer esa resistencia inicial, hasta que entienden que lo que hacemos es darles atención humanitaria. Cuando ven que se les da comida y agua, reducen bastante esa resistencia.

¿Cómo reaccionan al ver que alguien les cuida y se preocupa por ellos después de un viaje tan duro?

En cuanto consiguen ropa seca y empiezan a comer, se muestran muy agradecidos. Expresan el agradecimiento como pueden. Aunque creo que internamente siguen estando preocupados por la incertidumbre sobre su futuro y siguen teniendo miedo a ser deportados.

 ¿Cuál es su estado emocional al llegar? ¿Se les presta algún tipo de ayuda psicológica en el muelle?

Cruz Roja cuenta con un equipo de asistencia psicosocial. Y, el SUC tiene un convenio con el Colegio de Psicología para que, si es necesario, se desplace un psicólogo de emergencia. Esta intervención se produciría en caso de detectar a alguna persona con síntomas claros de depresión o a alguna que reacciona de forma violenta.

Después de casi 30 años recibiendo migrantes en Canarias, ¿los servicios médicos de urgencias se han especializado?

A lo largo de los últimos 15 años, Canarias se ha dotado del material necesario para estas intervenciones en los muelles. Ahora tenemos un remolque de intervención rápida en cada isla, en el que tenemos camillas y una pérgola, que ahora mismo está desplegada junto al Hospital Insular de Valverde, para ganar espacio de cara a una posible llegada masiva. También tenemos vehículos de logística y transmisión de radio, que son fundamentales para coordinarnos. Desde el punto de vista de los recursos humanos, tenemos a especialistas en emergencias, que atienden urgencias en su día a día.

¿Qué se puede mejorar en la atención médica a migrantes?

Lo más costoso es el personal. Necesitaríamos más efectivos para refrescar y rotar a la plantilla de El Hierro, porque atender migrantes cada día supone un desgaste físico y emocional muy fuerte. Llegan personas en muy mal estado de salud, muertos por los que no puedes hacer nada, niños muy pequeños... Estar a pie de muelle día tras día es agotador. Yo me quito el sombrero con la gente que está allí. Tanto los médicos de atención primaria como los que tiene el SUC en la isla está dando el 100%. En lo que va de año, han atendido a más de 10.000 personas.

¿Cuál ha sido su experiencia más impactante al brindar atención médica a migrantes?

La llegada a la bahía de Poris de Abona de un barco negrero con 227 personas de origen subsahariano, en 2005. Los traficantes se dieron a la fuga por el aeropuerto de Tenerife Sur y los dejaron abandonados en la bodega, con el barco a punto de hundirse. Estaban hacinados, sobre excrementos, con erosiones en la piel. Fue brutal. Me impresionó mucho, porque nunca habíamos visto una llegada masiva. Se montó un dispositivo sin precedentes. Hubo que trasladarlos a todos a Santa Cruz de Tenerife y en plena celebración de los carnavales. Ese fue un choque de realidad con el mundo de la inmigración, porque hasta entonces llegaban pateras a Lanzarote o a Fuerteventura y nunca con tantas personas de golpe. A partir de ahí las migraciones evolucionaron de otra forma distinta.

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