Opinión | El recorte

De lobos y ovejas

La crisis económica.

La crisis económica. / / LEVANTE-EMV

La crisis económica que siguió a la primera Gran Guerra y las condiciones draconianas impuestas a los perdedores allanó el camino para que el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes llegara al poder. Y muchos gobiernos europeos se negaron a aceptar la enorme amenaza de Hitler porque el nacionalsocialismo tuvo, al principio, muchos simpatizantes en Europa. Después, como ya sabemos, pasó lo que pasó.

Cuando en 1944 Frederick Hayeck publicó su Camino de servidumbre, que es un alegato brutal contra el socialismo y el totalitarismo como modelos incompatibles con la libertad, Europa ya estaba en llamas. Alemania había destinado ingentes recursos para convertirse en una potencia militar. El siniestro Herman Goering dijo una vez: «los cañones nos harán fuertes, la mantequilla solo nos hará gordos». Lo que afirmaba el obeso asesino era una tajante respuesta a la disyuntiva de la que hablaría mucho después el Premio Nobel de economía, Paul Samuelson sobre las posibilidades de producción que tiene cualquier sociedad para elegir qué bienes conviene producir: o la prosperidad, dedicando recursos al bienestar de los ciudadanos o la fuerza, dedicando recursos a la industria militar.

Durante años, las democracias europeas, organizadas defensivamente bajo el paraguas de la OTAN, han elegido la mantequilla. La vida en los países de la UE está fundamentada en el Estado del Bienestar, en economías sociales de mercado y en prosperidad. En el otro lado está Rusia, un país de enorme pobreza social que tras un corto periodo de libertades se convirtió en una dictadura en manos de un líder sin escrúpulos. Uno que gana elecciones asesinando opositores. Y cuyas amenazas nucleares solo han tenido históricamente una respuesta: la «destrucción mutua asegurada». La disuasión que se basa en que si destruyes serás destruido.

La ministra de Defensa de España, Margarita Robles, ha dicho una obviedad: que un misil balístico lanzado desde Rusia puede llegar en muy pocos minutos a cualquier gran ciudad española y convertirla en ruinas humeantes. Que eso lo diga un ciudadano en la barra de un bar es normal. Que lo diga alguien del Gobierno acojona. Y además es perfectamente inútil. Porque ¿qué pueden hacer los ciudadanos salvo sentir pánico?

Sin embargo, hay cosas que deberían darnos más miedo que las bombas atómicas. Marruecos, país vecino, lleva ya varios años destinando miles de millones a la compra de armamento convencional: más de veinte mil millones en los últimos cuatro años. China ha vuelto a reactivar sus amenazas de anexión de Taiwán. La situación en Oriente Medio es otra vez potencialmente explosiva y está afectando al tráfico comercial en el Mar Rojo. Y para colmo de males, la primera potencia militar del mundo, que es Estados Unidos, puede caer en manos de un presidente como Donald Trump, absolutamente imprevisible y antieuropeo.

Hay una frase que se atribuye a Benjamín Franklin: «La democracia son dos lobos y una oveja votando sobre qué se va a comer. La libertad es la oveja, armada, impugnando el resultado». Rusia es hoy un lobo fuertemente armado y Europa una manada de ovejas. Ustedes mismos.

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