Opinión | Retiro lo escrito

Tres observaciones

Manifestación en contra del modelo turístico.

Manifestación en contra del modelo turístico. / Lp

1. Las manifestaciones que se celebrarán hoy son una buena señal al menos por una razón: porque demuestran que la sociedad civil canaria, todavía relativamente inarticulada, ensimismada y rígida, está viva y es capaz de reaccionar, posicionarse, exigir y aportar críticamente soluciones. Los partidos a la izquierda del PSOE, después de un amago de manipulación, retrocedieron con cierta inteligencia. Por supuesto que en el magma que intenta pasar por movimiento –no lo es, al menos todavía– actúan fuerzas oportunistas, como los criptoindependentistas que están haciendo una papafritesca huelga de hambre, tramposa y llorona, frente al domicilio particular de Fernando Clavijo. También los convocantes han callado al respecto. Hay que evitar cualquier disensión interna para que las manifestaciones sean un éxito, condición indispensable para seguir adelante con una estrategia todavía sometida a debate y para nada cerrada. En el fondo nadie sabe lo que puede ocurrir a partir del domingo si la concurrencia es masiva, si desborda incluso las expectativas, lo que quizás ocurra en Tenerife. ¿Cómo se actuará a partir de entonces? ¿Cómo se organizará la protesta? ¿Cómo se gestionará la misma en las próximas semanas y meses y de qué manera se decidirán las futuras actuaciones? En ATAN, en Ben Magec, en la plataforma Salvar La Tejita, existe una verdadera alergia a hacer política. Pero si como consecuencia del éxito se decide una dinámica de protestas –en el ámbito laboral, académico, juvenil– se llegará un momento de toma de contacto con los poderes públicos. Como dijo Claus Offe hace bastantes años, «los movimientos sociales en las democracias representativas cuestionan los límites de la política institucional». Las manifestaciones de hoy son expresión –precisamente– de este cuestionamiento. Los movimientos o se resignan a su papel de motor de agitación para amplificar un mensaje, un relato o una actitud moral en el espacio público o se transforman en instrumentos políticos para implementar las reformas que propugnan e intervenir en el desarrollo de las mismas.

2. Que las manifas sean un feliz signo de vitalidad civil no significa necesariamente –en realidad rara vez lo significa– que sus análisis y sus propuestas sean particularmente lúcidas, interesantes, suficientes, coherentes o, sin más, posibles. Ocurre lo mismo que con los sujetos individuales. Usted, como ciudadano, merece todo el respeto a la hora de emitir su opinión. Pero su opinión no. Todas las opiniones no son interesantes, útiles o pertinentes. Incluso existen opiniones perfectamente estúpidas y contrarias a una mínima conciencia democrática. Los huelguistas de hambre laguneros sostienen la opinión de que Clavijo no tiene más remedio que aplicar sus pamplinas para superar un modelo turístico, y si no lo hace de inmediato es un opresor tiránico. Es una sandez de una perfección notable. Por cierto: también el Gobierno forma parte de la sociedad civil. Es un Gobierno democrático con una amplia mayoría parlamentaria, y con sus aciertos o sus errores no le puede tratar como a un comité de tiranos dedicados conspirativamente a torturar al pueblo y destruir Canarias.

3. Hay razones para manifestarse mañana. Los canarios llevan soportando décadas de sucesivas crisis bajo promesas y reformas incumplidas. En realidad las protestas de hoy se engendran en una aguda y cada vez más extensa sensación de crisis de un modelo de crecimiento económico –no solo turístico– en la que el ascensor social se ha detenido, la clase media se ha empobrecido y los trabajadores tienen peores condiciones sociolaborales que hace veinte años. Son excelentes razones para manifestarse. Pero no hay razones para asegurar que vivimos en un infierno social, que hemos sido expulsados del Paraíso y que esto se arregla con buena voluntad y cuatro ocurrencias.

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