Opinión | A babor

Ecotasa, pernoctación, IGIC y borrachera de locura

Archivo - La secretaria de Organización del PSOE Canarias, Nira Fierro

Archivo - La secretaria de Organización del PSOE Canarias, Nira Fierro / PSOE CANARIAS - Archivo

Considera la presidenta del Grupo Socialista, Nira Fierro, que Clavijo esta «borracho de locura» por ser partidario de subir el IGIC, antes que implantar la ecotasa. Cree que el IGIC lo pagamos todos (es cierto) y lo que ella califica de ecotasa la pagarían sólo los visitantes (es más que dudoso). Para empezar doña Nira, debería revisar el manual de instrucciones de su partido sobre política fiscal. Aplicarle a la tasa de pernoctación que propone el PSOE el calificativo de ecotasa es un despropósito. Es cierto que es un despropósito común a algunas administraciones –la Comunidad Autónoma de Baleares, cuando la presidía la señora Armengol–, pero despropósito de todas todas. Calificar de ecotasa un impuesto cuyos ingresos se utilizan para financiar las obras del metro de Mallorca o para construir viviendas, no parece razonable. Una ecotasa es ante todo una tasa, y las tasas no son lo mismo que los impuestos: no se destinan a financiar los gastos del Gobierno, sino para pagar un servicio prestado por una administración. El ejemplo más obvio es la tasa de basura, que cobran los ayuntamientos para poder prestar el servicio de recogida de basuras. Las tasas más frecuentes son de carácter municipal, y las tasas por pernoctación a las que hace referencia doña Nira Fierro cuando habla de ecotasa son en toda Europa de carácter municipal. Cada ayuntamiento decide si la incorpora o no, y cuanto cobra por ella.

Decir que la ecotasa está implantada en nosecuantos países de la Unión Europea es incierto: lo que sí está implantado en muchas ciudades de esos nosecuantos países es una tasa de pernoctación, que en realidad funciona como impuesto municipal indirecto que se cobra a cualquiera que no sea residente del municipio. Desde 2011, cuando uno visita Roma tiene que pagar como tasa de pernoctación entre 7 y 10 euros si se hospeda en un hotel de cinco estrellas, de seis a siete y medio en hoteles de cuatro, de cuatro a seis en hoteles de tres estrellas, de tres a cinco en los de dos y de tres a cuatro en los de una. En pensiones, residencias, casas de campo, B&B y viviendas vacacionales, se paga entre 3,5 y 6 euros, en los centros de agroturismo entre 4 y 6, y en los campings de 2 a 3. No se libra ni Dios, porque Roma necesita financiación para sostener su tinglado. Y por eso cobra. Cada vez más. La tasa aumento en 2023 entre un setenta y un cien por cien, lo que provocó una verdadera bronca con el sector turístico, que dijo haber perdido visitantes. Probablemente no fuera cierto, porque el turismo no deja de crecer. Roma puede haber perdido visitantes potenciales, pero en la cuenta final, como Canarias, sigue creciendo. Y eso ocurre en la práctica totalidad de los municipios que cobran por pernoctación, excepto en algunos que han creado tasas disuasorias, cercanas al 20 por ciento de lo que se paga al hotel. O en Bután, donde la tasa la cobra el Gobierno, y es de 250 dólares por día en temporada alta, y algo menor en temporada baja. ¿Va alguien a Bután teniendo que pagar esa tasa? Pues sí, los ricos. Bután se ha puesto de moda entre los ricos: en un país budista donde el Gobierno no mide el PIB, sino el IFNB (Índice Nacional de Felicidad Bruta), los turistas obtienen al pagar la tasa algunos interesantes servicios, que incluyen guía, alojamiento y excursiones. O sea, que hay modelos de todo tipo-.

Y los hay, fundamentalmente, porque la tasa es un sistema para obtener financiación extraordinaria para las administraciones locales. Se trata, por tanto, en la mayor parte de los casos, de un impuesto local. Y eso ya existe en Canarias: es el IGIC, cuya recaudación íntegra se distribuye entre el Gobierno, los Cabildos y los Ayuntamientos. Para las administraciones locales canarias sería mucho más cómodo un sistema centralizado que ochenta y cuatro sistemas municipales, que requerirían la creación de multitud de mecanismos de gestión y control. Se puede o no estar de acuerdo con utilizar el IGIC para incorporar la tasa de pernoctación y distribuir la subida de tipo entre las corporaciones. A mucha gente –me incluyo– le parece lo más sensato, pero todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera. Lo que parece de bocachancla es calificar de «borrachera de locura» una propuesta perfectamente sensata y razonable.

En cuanto a la posición del PP: se opone a la tasa de pernoctación y propone una ecotasa (esta sí puede llamarse así) por acceso a espacios naturales. Es también un buen formato, además de compatible con la tasa de pernoctación o tasa turística. Que al final, es cobrar más. La pregunta que debemos hacernos como contribuyentes es: ¿a cambio de qué? Y exigir servicios y contraprestaciones concretas. Porque si van a cobrar sólo para tranquilizar la mala conciencia ambiental de 60.000 canarios, eso es sólo pasteleo. Ni mejora nada, ni –nos lo dice hasta el último activista– reducirá la cantidad de gente que viene.

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