BARRIO A BARRIO | Añaza

La Comisaría de la Policía de Añaza, 26 años entre labor social y seguridad

La participación conjunta de agentes locales y nacionales permitió la creación de la oficina

Inauguración de la Comisaría de la Policía Local de Añaza, el 2 de abril de 1998.

Inauguración de la Comisaría de la Policía Local de Añaza, el 2 de abril de 1998. / El Día

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Los llamaban dentro de la Policía local de Santa Cruz los últimos de Añazae hicieron historia en este barrio del Suroeste desde el 2 de abril de 1998, cuando la participación conjunta entre agentes del cuerpo de seguridad local y del Cuerpo Nacional para formarse en oficinas de denuncias fue la cuna de la Comisaría de la Policía Local de Añaza que se creó a finales del siglo XX, presidida por dos valores: la seguridad y la labor social.

El mismo día que trascendía que esta oficina de quejas lleva cerrada desde el pasado 24 de abril por la incompatibilidad de caracteres entre los dos agentes de la local que estaban asignados, Joaquín Vázquez de la Rosa, cabo y jefe de servicio que protagonizó la apertura del servicio junto a otros cuatro guardias, habla desde su jubilación del hito que supuso para el barrio y la ciudad crear dicha comisaría.

Vázquez recuerda y agradece la formación conjunta y la colaboración que prestó la Policía Nacional al cuerpo de seguridad local en la etapa de Miguel Zerolo al frente de la Alcaldía y de Basilio Franco, que dejó atrás durante esa etapa su uniforme en la cuerpo estatal para ponerse al frente de Policía Local como concejal de Santa Cruz, lo que facilitó el acercamiento entre ambas instituciones. Así, la experiencia conjunta en los cursos hizo soñar a Santa Cruz con una comisaría en Añaza, un anhelo que se materializó desde la nada pero con la ayuda de personas que estuvieron en el momento y el lugar oportuno.

Miguel Zerolo y Basilio Franco encomendaron a Vázquez la puesta en marcha de la oficina de denuncias de la Policía local, y le buscaron el emplazamiento en el local que ocupa en la actualidad, donde le habilitaron dos mesas, una mampara y una máquina de escribir portátil, un equipamiento totalmente insuficiente para el responsable de servicio que encontró la complicidad en el responsable de informática del ayuntamiento, Toni Marsol. Bastó que le hiciera partícipe del proyecto para que este funcionario le brindara ordenadores nuevos de la partida que estaba esperando. Dicho y hecho. «Un día ví un furgón con técnicos de informática trasladando el nuevo material; por aquella época ni el equipo de atestados tenía ordenadores», pone en valor Vázquez para señalar que la oficina se dotó con los mejores medios que se contaba.

Aunque inicialmente se llegó a plantear de dotar la comisaría de Añaza con diez agentes –la mitad de efectivos de un turno de la Policía local, precisa el cabo–, en los inicios, siendo jefe del cuerpo Antonio Aguiar –que también procedía de la Policía Nacional–, se designaron cuatro guardias y el jefe de servicios: dos por la mañana y otros dos de tarde, y eso se completó también con efectivos del cuerpo de seguridad estatal.

Durante los cuatro años que estuvo Vázquez al frente, la Comisaría estaba de servicio desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde, sin cerrar al mediodía.

La experiencia compartida en las prácticas que desarrollaron efectivos de la Local y la Nacional en la Comisaría de la avenida Tres de Mayo fue clave para alcanzar mayores cotas gracias al inspector jefe de la Nacional, César Ceregido, y dejar atrás piques entre cuerpos; hasta los municipales acabaron entregaban las diligencias a la autoridad judicial gracias a la colaboración de Joaquín Astor Landete, juez decano.

También recuerda Vázquez el papel fundamental del dirigente vecinal y activista social Luis Celso García Guadalupe, clave para converger seguridad y labor social, con la trabajadora social.

Y no era una época sencilla para la seguridad la de finales del siglo XX y comienzos del XXI, donde la presencia de presos de ETA enTenerife obligaba a redoblar la vigilancia en un barrio donde la comisaría registraba denuncias de violencia de género. «Se daba la circunstancia de que la mujer venía y tras denunciar la sacábamos por otra puerta para sortear al marido que estaba fuera». El abandono de menores se dejaba sentir en las calles y la falta de escolarización en aquella Añaza en la que las reyertas eran habituales cada día.

Vázquez, un godo de La Cuesta –se define así porque nació en 1956 en el barrio lagunero y se marchó a estudiar a la Penínsular- se incorporó en la Policía después de haber trabajado como informático y especialista en programación de sistema en el antiguo supermercado Ecoten. Cerró esa etapa para incorporarse como Policía de Los Realejos y después de cinco años volver a superar las pruebas, en este caso, para sumarse al cuerpo local de Santa Cruz, donde permaneció 35 años, hasta su jubilación, hace un lustro. Más que nostalgia, vocación de servicio por y para Añaza, y también Santa Cruz.